¿NOS RECORREREMOS EL MUNDO EN BICI?
On the road, again
A estas alturas, ninguno de nosotros podría contar cómo se nos ocurrió. Fue hace seis o siete años. La idea original era dar la vuelta al mundo en Land-Rover. Ahora vamos en bici. Entonces íbamos a prepararnos concienzudamente y al final salimos con unas cuantas cervezas de más. Buscaríamos patrocinadores y eso. Pero Antonio vendió sus discos, a Holga y Carlos les "prestaron" la bicicleta, Juli, Pepe y Josetxu alquilaron su casa, Ana consiguió dejar de trabajar y Violeta se desokupó. Como siempre, nada es como uno pensaba. Ya han pasado dos meses desde que salimos de Madrid.
¡Por fin salimos de Madrid!
Lo mejor de la salida fue compartirla con los colegas. Cada cual se despidió de su familia como pudo, dejó el curro, se hizo con el equipo y se tiró al trapo. El 12 de octubre de 1999, día de la "Hispanidad" lo celebramos con las primeras pedaladas rumbo al sur. Antes, unas cañitas en Lavapiés con la gente. Muchas risas, pocas lágrimas y un buen susto al ver la bici con tanta alforja. Por las calles lluviosas de Madrid nos cruzamos con los tanques de un fastuoso desfile militar. Nosotros vamos en dirección contraria...
Elegimos una de las pocas salidas posibles para la bicicleta: la carretera de San Martín de la Vega. En el Alto de la Marañosa el cielo se abre y el sol sale a despedirnos. Una foto y la última mirada a la que ha sido nuestra casa durante mucho tiempo. La primera noche fue a orillas del hediondo Jarama.
Buscando carreteras secundarias llegamos a orillas del Tajo: Titulcia, Villaconejos, Villamanrique de Tajo, Santa Cruz de la Zarza. En estos primeros días Juli se destaca en el ranking de accidentes: se le rompe la cámara de fotos, una rueda revienta y ¡le gotea el líquido de las pilas de su linterna en un ojo! Increíble pero cierto. Ya sabemos que el seguro de asistencia que tenemos funciona y seguimos pedaleando.
Los llanos de la Mancha
Al lado de un pozo pasamos la primera noche manchega. Ya empezamos a tomar pistas y carriles que atraviesan un páramo entre vides, castillos, alguna dehesa y mucho viento. En contra, por supuesto. Dejamos atrás Horcajo de Santiago, Puebla de Almenara, Hontanaya, Belmonte, Las Mesas, Socuéllamos... y llegamos a las lagunas de Ruidera. Por la noche la tormenta se cobra nuestra primera imprudencia: ponemos mal las tiendas y hacemos agua. Al día siguiente secamos todo en un providencial chozo, mientras jugamos un mus aderezado con vino y queso de la tierra. El desayuno: dos huevos fritos con chorizo, y a recorrer las lagunas de las que nace el río Guadiana.
El temporal arrecia y se nos ocurre pasar la noche en la Cueva de Montesinos. El espíritu de Alonso Quijano, alias “el Quijote”, ha sido despertado por decenas de murciélagos. El viento dominante y la lluvia endurecen las etapas. Pasamos Villahermosa, Villanueva de la Fuente y Povedilla. Una noche, totalmente empapados, okupamos una casa abandonada para secar, otra vez, el equipo. Esta ilegalidad, por otra parte lógica, se va a tornar costumbre a partir de ahora. El invierno nos libera de toda duda. Se acaba el llano y llegamos a las montañas.
Por las sierras de Alcaraz y Segura hasta Jaén
Sin caer en fundamentalismos, nos declaramos devotos de las montañas. En estos macizos el abanico de rutas es interminable. Se pueden conectar los nacimientos de los ríos Mundo, Segura y Guadalquivir por pistas o carreteras poco transitadas en 10 ó 15 días. Las lluvias nos convencen de hacerlo por carretera para evitar los carriles rebosantes de barro. Comemos gazpacho manchego en la monumental Alcaraz y por Vianos y los puertos del Barrancazo y las Crucetillas llegamos a Riopar bajo la lluvia. Aquí nos damos el primer lujo al visitar sin peso el Calar del Mundo (1.631 m.), volviendo por pistas, senderos trialeros y vadeos de ríos, mojándonos a gusto. Por la noche somos muy bien atendidos en los bares del lugar. La lluvia nos sigue también a Siles, pero el día después acaba el temporal y visitamos Segura de la Sierra por una preciosa carreterilla que discurre entre un gran bosque umbroso, donde hacemos la primera recogida de níscalos.
Vamos en dirección a Navas de San Juan, el pueblo de Pepe. El paisaje festeja el olivo y así llegamos a Navas, donde familiares y amigos hacen las veces de anfitriones durante una corta semana. Paseitos sin peso para visitar pueblos hermosos como Úbeda y Baeza. Carlos se incorpora y junto a Paco, "el Escopetín" (un colega del pueblo) y su moto, nos redespedimos para adentrarnos en Sierra Morena.
De Jaén a Granada
Tres días de carriles por estas montañas ¡llenas de caza y setas! El cumpleaños de Carlos lo celebramos con un festín de níscalos, champiñones, macrolepiotas, boletos y borrachas. Don Simón pone la bebida. Los jabalíes bajan a morder el queso manchego esa noche. Salimos de esta sierra por Aldeahermosa y tomamos rumbo a Cazorla, que nos invita a gastar unos días. Hacemos el cañón del río Borosa, nos damos un paseito hasta las lagunas de Valdecazores (muy recomendable, se pueden observar cabras, buitres, nutrias... aconsejables los prismáticos). Subimos en bici hasta el nacimiento del Guadalquivir, para luego seguir andando hasta la cima del monte Cabañas, desde donde pudimos observar las dimensiones de estos macizos: un pequeño paraíso para los sentidos. Uno de estos días Antonio se resiente de las muelas, y tras una consulta al dentista le recomiendan quitarse una. La dieta prescrita de antibióticos durante una semana nos obliga a rectificar otra vez la ruta. Abandonamos el proyecto de empalmar la Sierra de Baza con Sierra Nevada y nos dirigimos hacia Granada. Nos despedimos también de Paco, llevándonos la promesa de una visita en África.
Lidiar con los ríos no fue menos duro que hacerlo con los montes. Atravesar las vegas nos cuesta más de un rodeo por pistas de cantos rodados, aliñado con algún que otro revolcón. La lluvia persiste. Pozo Alcón, Garramaiza, Cortes de Baza, Benamaurel. Pasamos de largo por los Baños de Zújar por no arriesgarnos a pillar una pulmonía. En Gor, al borde de la Sierra de Baza, dormimos en una cueva excavada en los farallones que se recortan sobre el pueblo, pasando la primera nevada al abrigo de una hoguerita.
La autovía es la única salida hacia Guadix y rodamos paralelos a nuestros enemigos naturales: los coches. El día responde con sol y nieve en la carretera. Después de La Peza remontamos el río Morollón y descenso continuo hasta Granada por Quentar. Antonio tiene ganas de sacarse la muela y se desmarca para ganar la etapa. Entre médicos y mal tiempo pasamos una semana viendo nevar de vez en cuando, pero con los pies en el brasero.
Caminito a Cádiz
Buen tiempo y buena pedalada. Por carreteras locales nos vamos a Alhama de Granada. Llegamos a Los Baños y no nos lo pensamos dos veces: agüita a 42-45ºC, en contraste con el frío pelón de fuera. Por la mañana los picoletos hacen "su rutina". No se fían de los pelos de Pepe ni de la sonrisa de Antonio. No problem.
Este día hacemos una ruta especialmente bonita, por Zafarraya, una vega muy fértil, llena de cultivos de hortalizas rodeados de montañas calcáreas, todo a 900 m. de altitud. Por la tarde entramos en la provincia de Málaga y pasamos la noche entre olivos. Al día siguiente nos acercamos a visitar el espectacular Torcal de Antequera. En la zona de acampada coincidimos con el alcalde y las fuerzas vivas de Villanueva de la Concepción. Buen rollo, aunque el alcalde rechaza uno de nuestros exquisitos pinchos morunos. Quizás se asustó de los gayumbos de Carlos, que ondeaban encima de la hoguera.
Por aquí los carriles y las carreteras están construidas a plomo. En una de estas tenemos nuestra primera pérdida irrecuperable: a Josetxu se le cae un queso de oveja de tres kilos, intacto. Nos consolamos con un buen plato de lentejas con jalufo. Atravesamos el desfiladero de El Chorro y tomamos rumbo hacia la Serranía de Ronda. Ya estamos cerca del final del trayecto por la península, pero antes, paradita en Algodonales, un pueblo en la base de la Sierra de Grazalema, donde tenemos prevista otra "despedida" de colegas y familia. Entre los colegas que encontramos aquí están Claudio y Matthias, que vienen de Bélgica también en bici y van a Rabat (Marruecos). Compartimos anécdotas y estilos de viaje un rato, con la promesa de intentar volvernos a ver en el moro. También crece el equipo con Violeta, que llega estrenando bici y con ganas de meterse kilómetros al cuerpo.
Con la compañía de Mariví, Carlos y su coche pasamos unos días pedaleando sin peso y haciendo sucesivos homenajes al solomillo, al jamón serrano y al vino. Todo un lujo atravesar el Puerto de Las Palomas sin las alforjas. Desde Ubrique nos metemos en el Parque de los Alcornocales y llegamos a Alcalá de los Gazules. Al caer el día hacemos una demostración de cómo seis bicicletas y dos coches pueden jugar al gato y al ratón durante un par de horitas. Seguimos a Paterna de Rivera, pasamos Medina-Sidonia y acabamos en Chiclana de la Frontera, donde Loren nos recibe en su casa. En un par de días hacemos las últimas compras y papeleos (carnet internacional de conducir, recomendable para estos largos viajes). Holga se une al grupo y ya somos siete. Para pasar los últimos "nervios" en la península decidimos explorar Cádiz por la noche, bebiendo vino de Chiclana y comiendo cazón, como Joselito. El ferry sale a las siete de la mañana. El sol despunta sobre las aguas del Estrecho mientras más de uno ronca. El próximo desayuno ya es en África.
Datos básicos del país
Con este apartado pretendemos, en cada artículo, dar una información más técnica sobre el material que utilizamos, así como comentarios y trucos para hacer el viaje en bici más fácil.
Cargador solar de pilas
Con este pequeño aparato, que consiste en una placa solar (11x16 cm), con capacidad para dos pilas recargables de 1,2 V, un supletorio de cuatro pilas más y un juego mínimo de seis pilas, podemos obtener sin mayor problema energía gratis para aparatos eléctricos de bajo consumo: radios y linternas.
Nuestra experiencia es que en dos días de buen sol, llevando la placa sobre alguna alforja de la bici, se cargan dos pilas completamente. En caso de conectar el supletorio, nos harán falta cinco días como mínimo. El precio es realmente ventajoso y se amortiza en pocos meses. Las pilas cuestan 4,50 € c/u y el cargador unas 18 €. Todo se encuentra fácilmente en tiendas de electrónica. Además, nos evita el engorroso trasiego de andar comprando pilas, y luego, el tema de cuidar donde desecharlas.
Los inconvenientes son que tanto la carga como la descarga deben de ser hechas a tope, esto es, hasta el máximo posible, pues si no las pilas adquieren "memoria". Si no se descargan del todo las pilas y se cargan inmediatamente, su capacidad disminuye. Igualmente, si no se cargan del todo, la pila no volverá después a almacenar su capacidad máxima.
Otra característica a tener en cuenta es que al ser las pilas de menor voltaje (las típicas pilas pequeñas tipo AA son de 1,5 V), la potencia de alumbrado es menor, durando poco tiempo en linternas de 4,5 V, y muy poco y mal en walk-man, CD-man y demás aparatos. No obstante, resultan ideales para radios pequeñas. Claro está, también dependemos del sol para funcionar, pero en nuestra opinión es un invento muy recomendable para ruteros.
España: Josetxu (Marzo-Junio 2010)
Hace más de 10 años los bicicletos nos preguntábamos si recorreríamos el mundo en bicicleta (ver ¿NOS RECORREREMOS EL MUNDO EN BICI?). Aunque la respuesta ha tomado más tiempo de lo que pensábamos para llegar, al final ha sido la buena.