Tailandia

Continente
Fechas del viaje
23 Abr 2002 - 19 Abr 2003
Crónica del país

¿QUÉ TAiL ANDiAS?

Tailandia es mucha Tailandia. Significa “tierra de hombres libres”. Algo tienen, pues nunca formaron parte de imperios colonialistas europeos. Para los bicicletos ha sido el escenario de felices encuentros, despedidas, reencuentros y diásporas. Juli y Josetxu llegamos a finales de Abril de 2002. Luego se apuntó Pako en bici en Junio. Juli regresó a Madrid en Julio y Pako lo hizo en Agosto. Josetxu se quedó y volvió a África (ver Navidades Sudaniles) y en Diciembre llegaron Iñaki y Jacobo, pero sin burras. Estos dos últimos se juntaron en Ho Chi Minh City (Vietnam) con Pepe, que aparcó la bici en Kunming (China) tras su travesía por Nepal, Tibet y sur de China. Luego se encontraron el mismo día en Bangkok Juli, que regresaba desde Madrid, y Pepe, Iñaki y Jacobo que venían de Chiang Mai (Tailandia). Luego Jacobo se volvió a Madrid y aparecieron Tere desde London repitiendo visita, y Josetxu desde Nairobi (Kenia). Finalmente, Iñaki y Tere volaron a London, Pepe a Kunming, y Juli con Josetxu a rodar en bici pa’l sur. Como veis, un escenario de enredo.

Pero además ha sido el inicio de una relación-amistad-colaboración con la familia PAT (Promotion of Appropriate Technology Co., Ltd., www.pat-drill.com), que nos han abierto sus corazones, las puertas de su fábrica, y los misterios de hacer pozos de agua en África. Para la bicicleta Tailandia es un pais fácil. Buenas carreteras y muchas, para compartir con mogollón de tráfico y para perderse, con algunos itinerarios espectaculares por el norte, con cantidad de sitios donde alojarse, comer, reparar la bici… Es el país más modernizado que hemos encontrado desde que salimos de casa. Famosa por sus “masajes”, Tailandia tiene mucho más que ofrecer. Desde luego viajando en bici es una tierra linda, de gente abierta y de tradiciones milenarias. Entre éstas está el masaje, nuad bo-rarn, por supuesto, que Josetxu se paró para aprenderlo durante un par de meses. Y qué decir de sus mercados, con sus exquisiteces, tom yam, son tum, los huevos podridos, los brotes de bambú, la sopa de coco… Brutailandia.

El otro notición fue la visita de Pako, que esperamos repetir. Ha sido la primera vez que pedaleamos tanto con “un desconocido”. Y bueno, el reencuentro de ”todos” en Bangkok, y la nueva Diáspora… Todos hemos pasado por aquí a lo largo de casi un año. Y mucho, mucho se tiene que torcer la cosa para que no volvamos a pasar. Sólo os contamos las rutas en bici para no aburriros mucho.

BKK y PAT

BKK es la abreviatura de Bangkok, la capital del país. BKK es una gran ciudad, con autopistas, skytrain y mucho movimiento por todos los lados. Los Chakri, la actual dinastía de reyes, construyeron la ciudad en la margen izquierda del sagrado río Phraya, la madre de todas las aguas. La antigua capital estaba al otro lado del río, en Thonburi, donde se encuentra la factoría de PAT. Ahora los rascacielos se mezclan con las pagodas y los esqueletos de los edificios que quedaron a medio construir debido a la crisis del 98. Las calles hierven de tráfico que motos, coches y buses colapsan casi todo el día. Y dicen que antes era peor! Puedes encontrar de todo lo que quieras y necesites (excepto medicinas homeopáticas) y mucho más. BKK es uno de los centros vitales de esta parte del mundo.

PAT son las siglas de Promotion of Appropriate Technology Co., Ltd. PAT para los amigos. Supimos de PAT cuando pasamos por Nairobi (Kenia) en Octubre de 2001. Andábamos tomando unas cervezas en el jardín de Sophie y Manu, cuando pasaron por allí Marie y Bruno y nos convencieron para cocinarles una paella al día siguiente en su casa. Así y allí empezó la cosa. Cuando Juli y Josetxu llegamos a BKK nos pusimos en contacto con Bruno y él nos pasó la dirección de la fábrica en Thonburi. Cocinamos otra paella y así y aquí continuó la cosa. Para saber más en detalle lo que hacen os invitamos a visitar su website, en la que hemos colaborado. Pero que podemos decir. Aquí hemos reparado bicis, descansado, encontrado amigos, ayuda y un montón de cerveza. La cosa tiene que continuar. Por aquí han pasado los bicicletos, los amigos de Pako, Poli (al que conocimos el año pasado en Tanzania y hemos vuelto a encontrar en BKK, donde será la próxima?), Iñaki, Jacobo, Tere y un río de gentes que conocen a los PAT y con los que ya hemos hecho contacto para movidas futuras.

A BKK llegamos Juli y Josetxu en avión desde Kolkata (India). Pepe se quedó pedaleando los Himalayas. Pero Josetxu DEBÍA venir aquí: desde Octubre de 2001 las Embajadas españolas sólo le expiden pasaportes de seis meses de validez, con lo que está obligado a pasarse por una Embajada cada medio año. Juli le acompaña y al llegar a BKK volvemos (tercera vez) a intentar conseguir un pasaporte ordinario. Otra vez más los amables e inteligentísimos funcionarios se niegan a colaborar, amparándose en la normativa vigente, la agenda de la Sra. Consul siempre ocupada y lo demás os lo imagináis. Tres días de dar la chapa y finalmente conseguimos un pasaporte de 11 meses y “colar” una solicitud a Madrid para que resuelvan definitivamente esta estúpida agonía que nos limita nuestro viaje en bici de forma arbitraria.

BKK – Camboya (Juli y Josetxu, Mayo 2002)

Llegamos al principio de la estación de las lluvias, que nos acompañarán hasta volver a BKK, y continuará lloviendo. Siguiendo las recomendaciones de los PAT íbamos pidiendo alojamiento en los wat, los templos budistas. Felpecto. Para los tailandeses es casi obligatorio vestirse una vez en su vida los hábitos monjiles. El budismo,junto con la monarquía y el ejército son las tres grandes instituciones del país. Cuidadito con las bromas. Así, en los templos te puedes encontrar desde venerables ancianos que llevan toda su vida estudiando budismo (y/o masaje, medicina tradicional, meditación, etc.), a novicios temporales, pasando por gente que se retira a descansar durante las lluvias o del mundanal ruido, deskarria2 desintoxicándose y almas perdidas. Y ahora también bicicletos. Ellas también pueden ir a los templos, pero nosotros no coincidimos con ninguna monja en Tailandia, mientras que en Camboya y Laos era más frecuente verlas.

La salida de BKK comienza con un pinchazo en mitad de una autovía y 3-4 horas de pedaleo por avenidas, autopistas y paisaje urbano que parece no acabarse. Llega la lluvia, la noche, y Minburi. Por primera vez probamos con los monjes tais. De lujo. Charlamos con los novicios, compartimos té. Uno de ellos tiene una televisión de 28”, Trinitron y Hi-Fi y está enganchadísimo a la MTV. Menudo retiro. Al día siguiente nos regala una pulserita de la suerte. Empezamos bien.

Un día más de autopistas y paisaje insulso nos lleva poco a poco a la Tailandia profunda, rural y tranquila. Vamos de templo en templo, con encuentros inesperados y sorprendentes. En un templo tienen hasta website, nos dejan consultar nuestro e-mail, nos dan un masaje en los pies y una habitación con aire acondicionado. El itinerario discurre paralelo a la frontera con Camboya. Zona “calentita” de minas antipersonales y puestos militares cada 2 kms. Todo está lleno de bosques de árboles frutales: rambutan, mangut, jackfruit, durian. Deliciosos sabores nuevos.

Llegamos a la costa y decidimos visitar la isla de Koh Chang para descansar un par de días antes de entrar en Camboya. Tras 10 días de pedalada y relajo nos metemos en un bungalow a dormir y, a pesar del vigilante, por la noche se cuelan en la habitación y se llevan la riñonera con to-do: pasaporte, tarjetas de crédito, dinero, agenda, cámara de fotos… Un buen palo, y eso que estábamos de vacaciones. El nombre del sitio: Bamboo lodge. No vayáis nunca. Sospechamos que los managers estaban metidos en el ajo. Así que Juli se regresa a BKK a por un nuevo pasaporte y Josetxu le espera en Trat, la última ciudad grande antes de Camboya.

Cuando nos juntamos de nuevo, vamos al mercado a cenar y allí encontramos a un personaje de cómic: un monje recién salido del templo, rapado al 0, cejas incluídas, español, ex-luchador de thai-boxing, campeón de kick-boxing en los USA durante 4 años, padre de 3 hijos repartidos por Tailandia, USA y Mexico, y “en busca de magia”. Como lo oís, todo junto. Compartimos la noche y una larga conversación muy variopinta. Nosotros bebemos birra y él yogur. Una pena que le perdiéramos la pista. Al día siguiente pedaleamos paralelos al mar hasta llegar a la frontera con Camboya. Es el cumpleaños de Juli. De regalo un nuevo país para sus pedales. No volveremos a Tailandia hasta un par de meses más tarde.

Laos – Chiang Mai (Juli, Pako y Josetxu, Julio 2002)

Primer contacto con las montañas del norte de Tailandia. Con el tiempo supimos que se pueden rodar por pistas, pero nosotros llegamos con lluvias y nos fuimos con lluvias también. Y las carreteras de poco tráfico tampoco desmerecieron. Empezamos desde Chiang Khong, con fuertes rampas a la vera del Mekong. En una de esas a Juli le hace un extraño la bici y besa el suelo. Rasguños y moratones por todos los lados, dolor agudo en el codo. Mejor vemos si ha pasado algo grave. Un paisano nos ayuda y nos lleva al hospital más cercano. No fue nada serio, sólo le quedó el cuerpo como una barra de salami. De esta guisa es difícil pedalear, así que hacemos una cita en Chiang Mai, y Pako y Josetxu continúan la pedalada.

Estamos en el famoso triángulo de oro, una de las zonas más productivas de opio del mundo. Llamado así por ser la confluencia de dos ríos, el Mekong y el Nam Ruak, que delimita tres países: Tailandia, Myanmar y Laos. En el lado tai poco queda de las plantaciones de amapola. Una fuerte inversión del estado promocionando cultivos”alternativos” ha cambiado totalmente la fisionomía del lugar. El pasado se hace mito. Ahora la zona se ha convertido en un destino turístico más donde visitar museos, comprar parafernalia para consumir opio en numerosas tiendas de regalos, y relajarse en un crucero por las aguas del Mekong. En las orillas de los países vecinos el cultivo milagroso aún representa la principal actividad económica.

A Chiang Saen llegamos con lluvia y lluvia. En el primer templo nos dicen que no, pero en el segundo que sí. No hay problema, amigo. Curas para todos los gustos se cuecen por todas partes. Pasamos Mae Chan y las llanuras se elevan suavemente hasta hacerse unas rampas duras que atraviesan bosques de bambú que esconden estatuas gigantes de Buda. Entramos en zona lanu, una cultura que tuvo su reino entre el de Siam y el de Birmania, y con la capital en Chiang Mai. A pesar de que la Historia trazó la frontera dejándolos en el lado tailandés, los norteños tienen su propio caracter y costumbres.

Además, por toda la zona habitan distintas hill tribes, los pueblos ”montagnards” que dijeron los franceses. Algunos migraron desde Tibet, Myanmar y sur de China. Un mosaico de distintas culturas que pueblan las tierras altas, dejándo los llanos bajo influencia tai. Si sólo hemos aprendido cuatro palabras en tai, de las lenguas de estos pueblos nada de nada. Son alrededor de 20 y han estado migrando hacia el sur durante los últimos 200 años. Los vemos desde la bici, cada una con sus vistosos trajes y sombreros. Comparten con los tai la eterna sonrisa.

Cultivos de chile y ajo, los picantes aderezos de la cocina tai. Estamos al ladito de la frontera con Myanmar, que desde Junio está cerrada por las interminables escaramuzas entre los rebeldes karen y el ejército birmano. Pasamos los budas gigantes de Tha Ton y llegamos a Mae Ai. En su templo, losmojes nos alojan en una habitación VIP, con aire acondicionado, cafetera, cuarto de baño. Muchas gracias, khàwp khun krap. Salimos de las montañas y la carretera se convierte en autovía. Ya llegamos a Chiang Mai, las segunda ciudad del pais.

La antigua capital lanu se asienta a los pies del Doi Suthep, la montaña sagrada que alberga un templo con reliquias del mismísimo Siddharta Buddha. Ciudad no muy grande, bastante manejable y preparada para turistas, es también famosa por sus más de 100 templos. Allí nos encontramos con Juli, ya repuesto del accidente y preparándose para su retorno a Madrid: maratones de cervezas, recorridos gastronómicos, visitas a los fantásticos mercados de Chiang Mai. Nos alojamos en la pensión VK, como no. El sitio ideal para Juli y Pako, vallekanos en bici por el mundo. Tras casi 3 años de pedaladas mundiales se hace durete despedirse. Una lagrimita, un último beso y el tren selleva a Juli rumbo a Madrid, en un destino de película. Ya nos contarás dentro de seis meses.

Chiang Mai – BKK (Pako y Josetxu, Agosto 2002)

Explosivas subidas y descensos kilométricos. Montes salvajes de ríos y cascadas, de arbolazos y bosques, cuevas y aguas termales. El bucle Chiang Mai - Mae Hong Son es un itinerario clásico para moteros y ciclistas, y un buen escenario para trekking, rafting o una visita a las hill tribes. El primer día hacemos noche en Ban Mae Sae, en un modesto templo donde sólo habita un anciano monje. No habla ni papa de inglés, pero fuma como una chimenea y se hace entender debuti. Cenamos las delicias que cada día las familias de la pequeña aldea le dan. Un abuelete de esos que te dan ganas de llevártelo a casa. Siguen los escarpes y los paisajes recortados de montes. Llegamos a Pae y pasamos de largo para escalar 18 kms de cuestas seguidas. Un palizón al que le siguen 15 kms de descenso hasta Pang Mapha. Esa noche la pasamos en otro discreto templo donde otro monje solitario, esta vez de 20 años, tiene un curioso compadre: un mirlo, con el que se comunica mediante silbidos. El paisaje humano dentro de los templos continúa.

Al día siguiente llegamos a Mae Hong Son tras un par de puertos más. La carretera es un rompepiernas. Descanso un par de días con visita a unas termas donde nos pillamos un jacuzzi, como en las pelis. Más bici y más agua. Dormimos en otras termas con cueva y monje eremita. Nos invita a pasar la noche con él pero preferimos dormir fuera y cerquita de nuestras queridas burras. Por aquí aparecen de vez en cuando pueblos chinos, con los descendientes de los soldados del ejército de Chang Kai Chek, que huyeron de China hace más de 50 años y se asentaron en esta región. Todo un flash entrar de repente en China sin salir de Tailandia. Llueve y llueve, un desayuno de 22 kms de subidas y lluvia nos deja tiritando. La tromba de agua no para y nos refugiamos en un chamizo de bambú water resistant. Es la temporada de recogida de los brotes de bambú, una suculencia de la cocina tai. Los paisanos construyen estos chamizos a lo largo de la carretera donde se juntan con sus cargas y esperan a los camiones que pasan comprandoles el género a menos de 1 euro/kg. Una vida dura la de los paisas de aquí arriba. Pasamos lanoche en el chamizo con 2 chocolatinas, 4 galletas y litros y litros de agua de lluvia.

A la mañana siguiente el tiempo sigue inclemente pero llegamos a almorzar al chiringuito de ”Welcome-I-love-you”, una tipa simpatiquísima que no para de reirse de nosotros y repite sin cesar el lema de las go-go girls tais. Allí también conocimos a la versión tai de Pedro Navaja, que inmortalizamos en una entrevista en video destornillante. Llueve y ya nos da igual pedalear bajo la lluvia, como Gene Kelly pero en bici. Myanmar esta al otro lado del río. Un inmenso campo de refugiados karen nos habla de la delicada situación de este área, donde los guerrilleros luchan contra la dictadura militar birmana.

En Mae Sot parada y relax. Curioso enclave lleno de birmanos, bangladeshis, un sitio rarete. Últimos puertacos, budas gigantes y toboganes para alcanzar las llanuras del sagrado Chao Phraya. Visitamos las ruinas de Kamphaeng Phet, en bici por supuesto. Llanos, arrozales, frutales. En el último templo de la temporada charlamos con un tipo que, harto de su familia, se refugia en el wat y se relaja de la vida ”exterior”. La siguiente etapa acaba en Ayuthaya, la antigua capital del reino de Siam. Otra paradita histórico-cultural-culinaria. Ciudad recomendable a pesar deser muy turística. Nos separan 80 kms de BKK, de los cuales los últimos 60 son por autovías atestadas de camiones y coches y buses y motos y tuk-tuks y dos locos en bici. Por fin llegamos al santuario de la Virgen de PAT, nuestro hogar y refugio, tras tres meses y 5000 kms por este sudeste.

Bangkok - Malasia (Juli y Josetxu, Marzo-Abril 2003)

Para salir del país, esta vez atravesamos el sur de Tailandia, un país que llevamos ya muy dentro de nuestros corazoncitos. Un buen día por la mañana nos volvimos a despedir de los colegas de PAT. Un muy fuerte abrazo, nos comemos una lagrimita y a salir de Bangkok. El primer día pasamos la noche con "el gordo" Ouan, un conductor de tuk-tuk (un tipo de taxi muy típico del Sudeste asiático) que nos llevo a su casa y nos dio un paseito con su maquina al día siguiente. Por fin vimos un mercado flotante, con sus turistas y todo. Luego nos llevo a echarle comida a los siluros de un templo, luego a comer... Su abuela nos cocinó unos deliciosos dulces de arroz y plátano. Una genia.

Carreteras al sur, tenemos pocas opciones más allá de la autovía. Algunos wats en los que pasamos la noche se encuentran en la playa. De lujo. Pasamos el punto mas estrecho de la geografía tailandesa, menos de 11 km entre el mar y la frontera birmana. Tuvimos suerte y solo nos llovió un par de días, pero los cielos estuvieron cubiertos y así hicimos los primeros 600 km hasta Chumphon. Josetxu rompe el eje de la rueda delantera: primera averia que solucionamos sin mayores problemas en esta ciudad. Aquí también nos damos lo últimos masajitos tais. Los "tradicionales", ya sabéis.

Cruzamos el istmo de Khra y cambiamos de océano: del Pacifico al Indico. La costa oeste es un espectáculo de pináculos de caliza que forman gaudianos acantilados con playas de esas de película. Cruzamos un par de pequeños puertos pero de cuestas criminales, como les gusta hacerlos en este país. En otro wat había una feria montada dentro con casetas, tiendas, chiringuitos, música. Es como descubrir Tailandia dentro de Tailandia. En una de esas playas nos reencontramos con Oscar alias "David" y Kepa, antiguas amistades de BKK. Esa noche hubo otra sesión de minis de Sam Song. En la ciudad de Trang celebramos el festival del Songkran, la "guerra del agua" que anuncia el final de la estación seca. Mojamos y nos dejamos mojar como es la costumbre, que resulto ser bastante más cachonda y divertida que su homologa en la India.

Tuvimos que pasar por la ciudad de Hat Yai para conseguir repuestos. Aquí nos dimos un ultimo homenaje de comida y cerveza tai antes de entrar en territorio musulmán. Ultima tirada de bici en este país. Salimos de Hat Yai y vemos durante unos km el Indico otra vez. Cambiamos de dirección al sur y los bosques de caucho dominan el paisaje visual y olfativo, con su característico olor. Al final intentamos dormir un par de veces en las mezquitas, pero la poli llegaba y nos decía que no era seguro, que si los talibanes, que si patatín, que si patatán. Al final pasábamos las noches con los maderos. Monjes y maderos. Toma ya. El sur de Tailandia esta petado de musulmanes. Las chicas llevan pañoleta y los chicos unas faldas hasta los tobillos muy monas. La verdad es que no sabemos que tienen estos budistas... que nos molan más. La ultima ciudad es Betong, lleno de karaokes que ofrecen a los vecinos del sur las noches locas que su Gobierno les tiene prohibido. Ciao Tailandia. Hasta la próxima.

Datos básicos del país

Capital
Bangkok

Con este apartado pretendemos, en cada artículo, dar una información más técnica sobre el material que utilizamos, así como comentarios y trucos para hacer el viaje en bici más fácil.

Ficha técnica

Nawn thîi nîi dai mãi? (¿Podemos dormir aquí?)

Templos budistas? Sí, gracias. De forma análoga a como hicimos en India, solo que esta vez en versión budista. Los templos o wats son un espacio público al servicio de la comunidad, donde los extranjeros son bien recibidos siempre.

Sólo nos rechazaron media docena de veces en tres meses, y siempre encontramos otro templo a la vuelta de la esquina. Aquí encontrareis techo, agua para lavarse y monjes para charlar. No se puede pedir más.

Otras crónicas

Navidades Sudaniles

Una de las cosas que más disfruto de este viaje en bici por el mundo mundial es que es impredecible. La magia de la sorpresa, los giros y vuetas, los itinerarios locos de destino. Como dice mi amigo Pepe “allí hay una movida de algún tipo”.

Mapa con la ruta