PRIMER TAN
El primero de ‘los tanes’, esas ex repúblicas soviéticas del Asia Central donde se juntan oriente y occidente, los arios con los mongoles, por donde la ruta de la seda sale de China y atraviesa las montañas. Para nosotros fue solo unos días, muy breve, para ir aclimatándonos a la altura y atravesar el Pamir.
Un país joven y pequeño, básicamente rural, que en las zonas altas que rodamos son seminómadas, con sus yurtas y rebaños buscando agua y pastos. Ahora encuentran gas y petróleo y minerales por muchos sitios, lo que llama a muchos inversores, sobre todo chinos, a meter dinero, desarrollo… y el resto ya os lo sabéis. Aquí hablan una lengua túquica, que desde el norte de Siberia hasta el mar Mediterráneo lo hablan unos 140 millones de personas. Otra comunidad bastante desconocida.
La mayoría de cicloturistas eligen entrar al país por el otro paso Torugart, ya en la cordillera del Tian Shan. Cuando llegamos nosotros los chinos y los kirguizios tenían montado un negociete con los taxis, los dólares, los visados… Así que decidimos entrar por el paso Irkeshtam, y meternos cuanto antes a pedalear la joya de la corona: la carretera del Pamir.
Sary-Tash
Dormimos unos km antes de la frontera y al llegar a la aduana flipamos con dos andarines que vienen caminando desde Alemania! En más de cinco años!!! Y todavía sonreían. El sol alumbra de lleno el Muztagh Ata, el paisaje empieza a ganar altura. Las obras de la nueva carretera china nos dejan boquiabiertos. En un control los militares kirguizios nos invitan a probar el kumis, leche fermentada de yegua. En fin, bastante mejorable.
La barrera de montañas nevadas de más de 6000 m al sur recibe la puesta del sol. Los pastos muestran rebaños de caballos. Aquí acampamos. El tremendo paso de Irkeshtam, con 16 km de pista con tramos imposibles que nos obligan a empujar las burras más de una vez, queda atrás y entramos en Kirguistán.
Llegamos a Sary-Tash y buscamos un alojamiento. Nos quedamos en uno regentado por chicas. La madre está dándole a la manivela para hacer mantequilla, de leche de yegua. Mucho mejor que el kumis, sin duda. La hija estudia en Osh y ayuda a regentar el negocio de la familia. El combustible que usan son las bostas del ganado apelmazadas. Forza!
Sary Mogul
El tiempo no es muy bueno y decidimos meternos en la Pamir Highway con mejores condiciones. Así que nos desviamos unos km a ver de cerca el Pico Lenin y sus 7000 m. Tras unos 35 km por una carretera en mal estado a través de prados con muchos caballos y kumis, llegamos al CBT, una agencia que se dedica a las expediciones al Lenin y alrededores.
Compartimos un par de días de lluvia con montañeras alemanas que han bajado al pueblo para aclimatarse, avituallarse y volver a subir a ver a sus novios montañeros. Los chavales flipan con nuestras bicis. Mientras, la afición de Corinne a la leche fermentada de yegua le cuesta una flojera estomacal.
A por la Pamir highway
Ya estamos listas. En Sari-Tash nos incorporamos en la Trans-Pamir, la etapa reina de la ruta de la seda. Está cubierto, llueve un poco, la pista pica para arriba. A unos 4000 m encontramos el refugio donde pasaremos la noche. Lo regenta una familia con un par de churumbeles y un rebaño de yaks. En invierno bajan a Sary-Tash. Mucho mejor.
Un desayuno con mantequilla y yogur de leche de yak para empezar el día y al tajo. Buenas rampas y en unos pocos km vemos los cuernos de la cabra de Marco Polo que corona el primer 4000: Kyzyl-Art (4.280 m). Lo que se ve al otro lado es de esos sitios con los que sueñas rodar con tu bici. Y ya entramos en Tajikistán.
Datos básicos del país
Con este apartado pretendemos, en cada artículo, dar una información más técnica sobre el material que utilizamos, así como comentarios y trucos para hacer el viaje en bici más fácil.
Los guardabarros
Que si sí, que si no, que aligera peso, que quítalos que son un engorro... Pero al final, te quitan de mucha agua. Sobre todo cuando llueve, te evita que se te empapen de más los pies. Y te mantienen la burra más limpia, que es otro positivo. Los hay de todo tipo, pero al final, los que van enganchados con un tornillo al cuadro y dos varillas a las horquillas, son los mejores. Los hay muy buenos de plástico y no pesan tanto. Eso si, ojito con el barro, llevadlos holgueros.