Mali

Continente
Fechas del viaje
09 Jun 2000 - 27 Jul 2000
Crónica del país

MALIARIA o EL ORDEN DEL CAOS

Esta vez llevó un poco más de tiempo atravesar el país. Casi dos meses para recorrer parte del bucle interior del Níger, con todo tipo de aventuritas y atoramientos. Pero cuando se mira a posteriori se puede ver un fractal complejo, lleno de recovecos y curvas y mucho, mucho color.

 Llegada a la city

Una pequeña separación del grupo. Al final de la pista de Siguiri (Guinea) a Bamako, dos cogemos un camión mientras los demás siguen traqueteando sobre los baches. El reencuentro en Bamako es, como siempre, glorioso: fiestecilla nocturna (dancing, cerveza, Pastis) con Guido, un canario-catalán, y Mohamed, del restaurante "A La Casa". La Misión Católica, donde nos alojamos, nos parece un lujo: mosquitera, ventilador, buen colchón y un gran patio para trajinar con las burras y, también a ellas, hacerles las reparaciones, limpiezas y masajes obligados.

Sin embargo a Antonio no parece convencerle tanta comodidad y, unido a un forúnculo que le debilita, aparece el primer paludismo de la temporada. El seguro médico que contratamos en Madrid (Seguros Asitur) responde con muy poco de profesionalidad y educación y un mucho de engaño. Por otra parte, Antonio echa de menos a Esther, que supone estará haciendo y deshaciendo la manta de Penélope en Madrid, así que un día se levanta por la mañana y nos sorprende a todos con su decisión de volverse. "Sólo por amor se puede abandonar la carrera", palabras textuales.

Entre tanto sobresalto, aprovechamos para asistir a un gran concierto en la Casa de la Cultura. Es la "Noche de la Paz", y el asunto que más preocupa ahora es el conflicto entre los touaregs y otras poblaciones sedentarias, tanto en Mali como en otros países. Hay ataques a menudo cerca de Tombouctou, pero está claro que nadie quiere seguir así. "Sólo" hace falta una solución negociada y política. Así que, hablando de estas cosas con los touaregs que encontramos en el concierto, y con unos y otros, acabamos el concierto todo el público bailando sobre las sillas.

Hacia Ségou

La salida de Bamako la hacemos por el primer carril-bici que encontramos en África, aunque, además de bicis, por él circulan todo tipo de motos, carritos y demás. El paisaje se va volviendo más verde según avanza la estación de las lluvias. Baobabs, acacias, caicedras, cigüeñas de vientre blanco y un montón de pájaros entre los árboles de karité. En una bomba de agua (de las construídas por los Emiratos Árabes, que también tienen aquí muchos proyectos de cooperación) una vieja-pelleja, griotte, todo sonrisa y fuerza, nos coge del brazo, lo levanta y nos canta a veinte centímetros de la cara sus bendiciones. Gracias. Los cambios de la bici de Pepe no van bien, así que continúa sin parar hasta la ciudad, mientras los demás luchamos juntos contra el viento.

Una vez instalados en Ségou, aparece el segundo paludismo. Un ligero dolor de garganta seguido de una fiebre anormalmente alta, así que otros cinco días para que Pepe se recupere. Ségou está las orillas del Níger y en la época colonial fue un centro comercial importante; y mucho antes, la capital de uno de los imperios más poderosos de Mali. Hay mucho movimiento por el río y huertos en las terrazas, que se cubren cuando el Níger crece con las lluvias. Allí conocemos a Alice, una refugiada de Sierra Leona que canta con voz cazallera y quebrada al estilo blues-maliano. También lleva el "Non-Stop", un restaurante donde se come fabulosamente.

 Buscando a Holga desesperadamente

De Ségou a Djenné decidimos no ir por la carretera principal, sino algo más cerca del río, por los caminos de las enormes explanadas que en las lluvias se cubren. Todo un mar interior desde Ségou a Tombouctou, donde ya comienza el desierto. En esta época muchos pueblos quedan incomunicados durante meses, rodeados por agua.

A partir de Dioro, la pista deja de serlo y comienza una red de pequeños caminos. A la entrada de un pequeño pueblo, Holga toma el camino que lo rodea en vez de entrar, donde los demás esperamos. Gracias a que cinco toubabs (blancos en lengua bambara) en bici por esta zona son una novedad, alguien nos avisa de que Holga ha pasado de largo. Corremos a alcanzarla, volvemos, avanzamos hasta el siguiente pueblo, pero nada. Cuatro días sin ella, ella sin nosotros, pero muy bien acogida por los pueblos peul de la zona, pastores semi-nómadas que se mueven con las lluvias, y que la ofrecen comida, lugar para dormir y muy buenos ratos.

El resto nos dedicamos a preguntar a toda persona que encontramos, utilizando señas y dibujos, idioma mucho más internacional que el francés. Nos separamos: dos intentamos poner un mensaje por radio y entre que llegamos al pueblo de la emisora, pasamos la noche en una maternidad. Deseamos en voz baja que el parto que sucede al otro lado de la pared vaya bien. Tras pocas horas de incertidumbre, aparece un nuevo ocupante del edificio.

Otros dos recurrimos a una moto para seguir buscando por los alrededores. Pepe encuentra a un marabou (hombre de conocimiento, sabio y guía espiritual) que acierta de pleno con lo que está sucediendo: "Holga va por delante de vosotros, mucho más hacia el Este. Está bien y antes de que el sol se ponga tendreis noticias seguras de ella". Sin dudarlo, sabiendo que Holga va camino a Djenné, allí vamos a encontrarnos.

La espiral de Djenné

A orillas del río Bani, Djenné ha sido, junto a Tombouctou ("la otra mitad de la misma ciudad"), el centro del comercio del África del Noroeste durante muchos siglos. El nombre de Tombouctou es mucho más conocido en Europa porque de allí salían hacia el Norte, en caravana por el desierto, las mercancías que llegaban de Djenné por el río. Sin embargo Tombouctou, en aquel tiempo, no era más que un "almacén" de Djenné.

Aquí se encuentra el edificio de barro más grande del mundo, su famosa mezquita, reconstruída y arreglada cada año después de las lluvias. Djenné es el centro religioso más importante de esta zona, un lugar de culto obligado. Y nosotros le rendimos culto durante veinte días. La espiral comenzó con el paludismo más grave. Un enorme chute de quinina y vitaminas para sacar a Juli de la semi-inconsciencia y las alucinaciones auditivas.

El tiempo de recuperación fue compartido con una pareja de franceses que acababan sus proyectos de cooperación: Sophie y Dominique, junto a Nicola y Phillippe, que andaban de visita. También tuvieron que ver estos muy buenos ratos con ellos para que remolonearamos un poco más en esta ciudad llena de polvo. Tanto que, a los dos días de ponernos en marcha, volvimos para su boda, decidida en un arranque de la vie est belle. Superfiestón en todo el pueblo. Hasta vino Lobi Traoré a tocar, uno de los mejores guitarristas de Mali. El robo de una cámara de fotos y una riñonera no pudo amargar el buen sabor de boca del momento.

 El país Dogón

Para cerrar como es debido la travesía por Mali, teníamos obligación de visitar el País Dogón, en la Falla de Bandiagara. Así, dos nos quedamos con Mohamed, de Bamako, para dar una vueltecita de tres días, mientras el resto continuaban hacia Burkina.

El País Dogón es lo más turístico de Mali, pero su atractivo resulta justificado por lo impresionante de su paisaje: un corte en la tierra de casi 150 Kms pone un poco de altura en la planicie del Sahel. Cascadas de 100 ms de altura para remolonear un poco más y sueños a la bella estrella sobre los tejados, como dicen en francés.

Comprobado que el caos se reordena solo y forma trazos de complejidad y belleza extraña, desde lo alto de la Falla creíamos ver el final de una espiral, y más allá Burkina, a la vuelta de la esquina. Pero justo antes de doblar la esquina, todavía habrá que pasar por un charco de un kilómetro y medio, con agua hasta más arriba de los pedales. El equipaje no flota, vayapordios.

Datos básicos del país

Capital
Bamako

Con este apartado pretendemos, en cada artículo, dar una información más técnica sobre el material que utilizamos, así como comentarios y trucos para hacer el viaje en bici más fácil.

Ficha técnica

Vive la cooperation française!!

Coletazo de la época del colonialismo, en casi toda la zona Noroeste de África se habla el francés como lengua oficial, junto a las lenguas autóctonas. Además, existe en cada gran ciudad un Centre Cultural Français (CCF) o una Alliance Française o una École Francophone. En estos lugares se puede consultar las bibliotecas, ver cine, encontrar periódicos franceses y del país, o tomarse una cerveza. Por lo general suelen construírse con bastante gusto y son lugares agradables, donde es fácil coincidir con gente europea dispuesta a ayudar.

Por el resto del territorio hay multitud de proyectos de cooperación gestionados por ONGs francesas. Algunos de estos proyectos están articulados en torno al servicio civil. Si jamás hemos tenido problemas con la hospitalidad de los africanos, también los franceses que nos encontramos nos han ofrecido todo tipo de ayuda: casas, ordenadores, viajes en coche, enlace con la gente del lugar, neveras llenas de cerveza… Siempre dispuestos a mostrarnos sus proyectos y a pasar unos buenos ratos juntos.

Mapa con la ruta