MALAWI: VACACIONES DE VERANO
De vuelta al África anglófona. “Tell us about it”, nos dice mucho. Se discuten mucho los precios, solo hay cerveza Carlsberg, y a Ana la atracaron en Blantyre. Pero lo mejor fueron las visitas de los colegas. Tere se vino desde London (repetía), Laura desde Lavapiés (tripitía), Maribel desde San Blas, y el Jebi desde Plaza de España. Todos excepto la rata con alas, o sea, Tere, compartieron con los biciclet@s algunos kilómetros en bici. Todo un placer. Cuando quieran ustedes lo repetimos.
Evidentemente no todo son cosas feas en Malawi. Su nombre significa algo así como “el resplandor del sol en el agua”, en clara referencia a los hermosos amaneceres a orillas del lago. El paisaje es el ideal para rodar. Se acabaron los interminables altiplanos y llanuras. Cuando no vas pedaleando a orillas del lago Malawi, estas subiendo y bajando montañas llenas de vegetación y fauna salvaje. Un país muy lindo para bicicletear.
Blantyre
Pasamos demasiados días en esta ciudad fea y cara. Pero claro, era el punto de encuentro acordado con nada más y nada menos que cuatro personas que vienen a disfrutar un ratito con nosotros. Primero llegaron Tere y Laura, fieles supporters de esta aventura. Nada más aparecer por ahí nos vamos de seguidito al bar más próximo. Primera celebración. Dime, cuenta, a ver que pasa, que tal. Han pasado 18 meses desde la última vez en Marruecos. Que grande es tener amigos. Hacemos tiempo y mientras nos apuntamos a una excursión del Club de Montaña de Blantyre por los alrededores de la ciudad. Tienen previsto hacer unos 60 kms de monte en doce horas. Nosotros tardamos mucho y al final invertimos el mismo tiempo en hacer el Monte Michiru, pasar el día y volver (a dedo) llenos de agujetas.
Unos días más tarde aparecen Maribel y el Jebi. Nos sacan de las tiendas y otra vez: segunda celebración. Que me comentas, como tu por aquí, cuanto tiempo. En mitad de la resaca aparecen Imanol y Karmele, dos vascos, trotamundos él y funcionaria ella. Compartimos anécdotas y nos dan mucha información del resto de África del Este. Ellos por su lado y nosotros por el nuestro vamos a visitar el macizo de Mulanje, las majestuosas montañas del Sur del país. Y todo esto gracias a Ben, un miembro del Club de Montaña que nos facilitó mapas, contactos, y hasta las llaves de los refugios del Mulanje. Thanks a lot, my friend.
Las montañas del Mulanje
El Mulanje es un macizo calcáreo que se yergue mas de 2000 mts sobre el valle del río Shire, al Sur de Malawi. De impresionantes laderas escarpadas, el relieve caprichoso de sus montes y sus frondosos bosques le hacen un destino ideal para los amantes de la montaña. Su acceso es fácil, sus caminos claros y los refugios están bastante bien conservados. Aquí se encuentra el Sapitwa (3004 mts), la cumbre más alta de África Central, y para allá fuimos con ganas de llegar hasta arriba.
Tras pasar noche en el albergue de la CCAP (Church of Central Africa Presbyterian) de Likhubula, nos registramos en la oficina del Parque, y con nuestro porteador, David, comenzamos la ascensión al refugio de Lichenya. Bosques de cedros y otros árboles aromáticos, de maderas nobles y duras. Cursos de agua, vistas espectaculares. Lo mires por donde lo mires el Mulanje es un sitio para conocerlo y adentrarse por sus caminos. Llegando a este primer refugio tenemos un encontronazo con algunos de sus inquilinos: no “deberíamos” estar ahí. Lo sentimos mucho pero todos somos de Dios. Menos mal que el resto de los inquilinos son majetes. Son estudiantes ingleses en trabajo de campo para sus respectivas tesis: una sobre el mono azul y la otra sobre las truchas de montaña.
El día siguiente amanece con lluvia. La idea era subir al techo de Malawi, el Sapitwa. Su nombre significa “no vayas allí”, y con el agua y la niebla desistimos de ascender. A su vez el ambiente en el refugio no es el mejor y nos trasladamos hacia el refugio de Thuchila, en la vertiente Norte del macizo. No fue nada fácil. Los caminos son claros, pero en mitad de la lluvia y la niebla no es difícil perderse. Tras seis horas de épica, llegamos al refugio y el cielo despeja. Aquí el macizo se acaba en un majestuoso balcón, y la vista a la planicie del río Shire es espectacular.
Una buena hoguera, un buen descanso y una buena zampa. Decidimos quedarnos un día más para disfrutar del escenario. El único inconveniente es que no tenemos mucha comida. Bueno, habrá que racionar. A la escasez de nutrientes se suma la del tabaco. Se llega fumar tomillo en una delicada mezcla con helechos y liado en la funda de un tampón. Un bañito, un paseíto por las cumbres cercanas, birdwatching. El tiempo nos regala un día magnífico. Descendemos por la Senda del Elefante. El monte Chambe recorta sus escarpadas paredes frente a nosotros.
De regreso a Blantyre y preparando las alforjas para seguir la pedalada, unos desalmados atracan a Ana y Maribel, y uno le abre la cabeza a Ana con un trozo de parachoques. La suerte corrió otra vez de nuestra parte y la cosa no tuvo especial gravedad. También contamos con la impagable ayuda de los dueños del backpackers Doogle’s (doogles@africa_online.net), que cuidaron de llevarnos a todos los lados en medio del susto. En el robo también se llevaron el pasaporte de Ana y comienza la colección de trámites para conseguir un papel oficial hasta llegar a Dar es Salaam, en Tanzania, donde se encuentra la próxima embajada española.
Lago Malawi
Tras el disgusto nos ponemos en ruta hacia Monkey Bay, en las orillas del Sur del lago Malawi. Las bicicletas en dos grupos: por delante Juli, Pepe, Pablo y Josetxu, y por detrás Holga y Ana, que esperan a que le quiten los puntos a ésta. Y los pedestres van por otro a visitar el Parque Nacional de Liwonde. Aquí Tere pasó una inolvidable velada arrullada por los gritos de los hipopótamos mientras los demás ni se enteraban.
Ya en Monkey Bay nos liamos en la tercera celebración que era la de todos juntos a la vez o no me acuerdo. Paseamos en bici hasta Cape McClear, una bonita playa al borde una península que se forma sobre el lago. Allí conocemos a Marcelo, un pájaro uruguayo con ganas de hablar castellano y echarse unas risas con unos locos en bici.
Decidimos continuar viaje a medias con Marcelo y con George (melancholy67@yahoo.com), otro ciclista que salió desde Cape Town (Sudáfrica) y quiere llegar a Uganda. George lleva más de diez años recorriendo el mundo en bici cuando no esta currando de topógrafo marino. En medio del follón aparece Magüi, de Barna, que esta de vuelta del Solypse y en busca de las Áfricas. Quedamos en vernos en Senga Bay, el siguiente punto de reencuentro. Unos en bici con George, y los otros en barco con Marcelo y Magüi, todos juntos en Senga Bay, esta vez sólo somos 13, ¡que te parece? Hay que celebrarlo: ya es la quinta (porque no os hemos contado la cuarta, que es X).
Unos días más, bañitos en el lago lleno de bilharzia (ver Ficha Técnica), volamos la cometa de Marcelo hasta romperla, vemos los hipos. Ya comienzan las despedidas. Tere y Laura se regresan a Madrid, y el uruguayo quiere visitar Mozambique. Una lagrimita más y unas ganas más grandes de volver a vernos. En Asia, ¿no? Sí, sí, sí, en Indochina. Pero esta vez en bici, ¿eh? O con un cochecito. Mejor, mucho mejor.
El resto nos reunimos en Nkhata Bay. Al llegar atravesamos unas montañas que intercalan el bosque tropical con plantaciones de caucho. A las orillas del lago ya se puede ver el siguiente objetivo: Tanzania esta enfrente. A Pablo le toca celebrar su 30° aniversario (ja, je, ji, jo, ju), y esta es ya la sexta. Paseítos para visitar las calas de los alrededores, naufragios en kayak con música de Titanic. Ana tiene que ir a la capital, Lilongwe, a por un pasaporte provisional expedido por la Embajada Alemana. Despedida y cierre. George sale primero. Maribel y el Jebi de vuelta a Madrid. Y Magüi rumbo al Sur. Nos tenemos que volver a encontrar. Con George en Tanzania (?), con Maribel y el Jebi en las próximas vacaciones (??), y con Magüi (???).
De salida
De nuevo el pelotón. Primer día subida brutal a Mzuzu. Segundo día gran etapa de más de 100 kms y descenso final de 12 kms a Chiweta, ya en las orillas del lago. Tercer día, nos damos un homenaje: ascensión sin peso hasta Livingstonia. Por la tarde unos 50 kms más, que estamos en racha. La carretera se convierte en una pesadilla. están reconstruyéndola y la romería de camiones obliga a pedalear con los cinco sentidos. Cuarto día, llegamos hasta las orillas del río Songwe, la frontera natural con Tanzania. Al poco de salir de Karonga y mientras atravesábamos un puente, se cruza un camión y en la intención de evitarlo Pepe tropieza con Holga y ésta cae al suelo. No es muy serio pero las heridas le impiden ciclar a gusto. Receta: autobús hasta Mbeya, descanso y filetes. Los comerciantes de azúcar cargan más de 120 kgs sobre hierros con dos ruedas made in India o China. Nosotros también llevamos lo nuestro, pero no hay que exagerar. Ya en la frontera juntamos los pasaportes y el papel de Ana despierta poca confianza. ¿Nos dejaran entrar o no? Mañana lo sabremos.
Datos básicos del país
Con este apartado pretendemos, en cada artículo, dar una información más técnica sobre el material que utilizamos, así como comentarios y trucos para hacer el viaje en bici más fácil.
PASTILLAS PARA LA BILHARZIA
La bilharzia o esquistosomiasis es una enfermedad trasmitida por unos gusanos minúsculos. Estos infectan determinadas variedades de caracoles que habitan en ríos, lagos, embalses. El gusano se introduce a través de la piel y se pega a los intestinos o a la vejiga. El primer síntoma suele ser un malestar general o un ligero picor en la zona por donde se introdujo el parásito. La enfermedad produce dolores abdominales y aparición de sangre en la orina. A veces no aparecen síntomas hasta que la enfermedad esta bien desarrollada (meses o incluso años después de la infección), y el daño puede ser irreparable. Un test sanguíneo es el mejor diagnóstico, pero casi imposible en África. Además, solo detecta la forma adulta del gusano, por lo que debe hacerse varias semanas después del posible contagio.
En Malawi la polémica sobre la presencia o no de este parásito en esta o la otra playa se puede resolver comprando las pastillas que destruyen la forma adulta del gusano. En muchas farmacias, clínicas u hospitales podemos comprar estas pastillas (normalmente hechas a partir de praziquantel) y tomarlas a las ocho semanas después del último contacto de riesgo, esto es, la última vez que nos hayamos bañado en casi cualquier río o lago africano. Ante la duda, las pastilludas.