Georgia

La otra Iberia

A pesar de estar en Asia ya estamos en Occidente. Atrás dejamos Azerbaiyán y el Islam, y en Georgia volvemos a la Cristiandad, y al cerdo. Los alegres marranitos hozando en todas las aldeas nos traen olores y sabores queridos. Además de sus buenas gentes, Georgia nos trae las tormentas y los peores conductores de toda la ruta.

Antes del imperio romano hubo aquí un reino de Iberia. La similitud del término con los antiguos habitantes de la península ibérica, los íberos 'del oeste', ha arrojado la idea de un parentesco étnico y genético. Parece que todo es anécdota. Desde luego no hay coincidencia con el alfabeto de 33 letras. Una muestra. Finalmente aprendimos a brindar con ellos გაუმარჯოს! (gaumardzhos!)

La última de las ex repúblicas soviéticas que conoceremos. Y aún están en guerra con Rusia por los enclaves de Osetia del Sur y Abjasia, que prudentemente evitamos. Los bosques mediterráneos con sus encinas y sus alcornoques me sacan alguna lagrimita. Los olivos y las vides el lagrimón. Pero algunos locales prefieren el vodka al vino. Cuanta ignorancia.

Tiflis

Ya en la frontera se dan cuenta de mi origen vasco. Que si ellos son también vascos, que si tal que si cual. He oído esta leyenda varias veces a los largo de todos estos años. Al final va a resultar que los de Bilbao tenemos razón. Por las carreteras se ven coches despendolados y carretas de bueyes. Mala mezcla.

Otra capital más. Y con nuestro encantador Michael. Alguna nos corrimos, fuimos al cine, a tomar un helado. Estuvo relajado. Por la avenida Rustaveli hay ambiente y edificios monumentales. Probamos sus sabrosos jinkali (raviolis grandes), el jachapuri (un pan delicioso relleno de queso), compramos y bebemos vino para comer… ¡Como en casa!

Stalin era georgiano. Ahora el péndulo se mueve al otro lado y Georgia es superpro-occidental: la avenida George Bush petada de banderitas nacionales y estadounidenses lo atestiguan. Corinne lo observa horrorizada. Que les podemos decir nosotros.

El Cáucaso Menor

Salimos hacia el oeste remontando las aguas del río Mtkvari. Vemos el famoso monasterio ortodoxo de Jvari. Georgia fue de los primeros reinos que se declaró cristianos. A tramos es insoportable la velocidad y la temeridad de los coches así que nos tomamos un respiro por unas carreteras secundarias, algunas sin asfalto, hasta llegar a Gori, la patria chica de Stalin. Su casa museo está cerrada y el frente de guerra abierto con Rusia a 40 km. Continuamos.

Volvemos a la infernal M1 con mucho tráfico y asfalto sin arcén. Cuando compramos fruta por el camino los lugareños se empeñan (literalmente) en que nos tomemos un vodka. Al final del día resaca. No obstante, hermosas carreteras cruzan las montañas con sus bosques estallando en colores. Desde Akhaltsikhe tomamos la P1 en dirección a Adigeni y el paso Goderdzi (2025m). Un puerto larguito, pista firme y preciosa ascensión.

Tras nuestro ‘techo’ en Georgia nos lanzamos en descenso hasta las orillas del mar Negro. Pasamos por la aldea de Khulo, que nos impresiona más por su nombre que por su arquitectura. En Batumi el sol nos ayuda a celebrar el ¡X aniversario de la vuelta al mundo en bici de los bicicletos! Esperando que no haya muchos más... si acaso uno y en Madrí, claro que sí. Desde aquí tomamos la M2 en dirección a la frontera con Turquía. Salimos de la Cristiandad y volvemos al Islam.