DE LAO!
Posiblemente el mejor país del área para rodar en bici. Las carreteras más allá de las principales no son lo mejor del mundo, pero el tráfico es casi inexistente y las exuberantes montañas están por todos los lados. A esto hay que añadir el carácter tranquilo de los laosinos (el segundo productor de opio del mundo) y la combinación es la óptima para el ciclista.
Laos no corrió mejor suerte que Vietnam durante la guerra de Indochina. El conflicto bélico estaba declarado entre USA y Vietnam. El Viet Cong usaba Laos como traspatio para rearme y movilización, mientras USA orquestaba una guerra sucia desde Vientiane con aerolíneas privadas (la infame Air America) que dejaron caer 1 TONELADA de bombas por cada habitante. El resultado al final fue el mismo: gobierno socialista y un país por construir. Desde entonces Laos orbita alrededor de Vietnam, con al menos 2 millones de emigrantes en Tailandia, y los chinos al norte, en la zona productora de amapola.
Es un país pobre (en 1987 el 75% de su presupuesto era ayuda internacional), muy bonito y con sus curiosidades: los productos de importación no pagan tasas (Laos produce muy poquitas cosas más que madera, piñas y opio), y las relaciones sexuales con los extranjeros están prohibidas. Como en Vietnam, y debido a la influencia francesa, también se pueden encontrar bocatas. Laos, que significa algo así como “la tierra de los 1000 elefantes”, tiene la población de paquidermos casi extinguida.
Entrando de lao!
Al entrar desde Vietnam la cosa cambia drásticamente: se acaba el asfalto y aparece una pista en obras. El gobierno vietnamita está construyendo la nueva carretera. Son unos 250 km de bosques y arrozales, colinas y polvo que levantan los camiones que trabajan en la carretera, y los que sacan toneladas de madera del pais. Algunos camiones son los despojos de la guerra de Indochina pero aún están funcionando.
La primera noche fue muy feliz. Después del oscurantismo vietnamita, aquí se puede volver a dormir en lo templos budistas. Chachi. En el primero un monje ya talludito chapurrea francés y canta letanías para regocijo del modesto público: cuatro novicios imberbes, dos guiris en bicicleta y algún que otro paisano. A este lado de las montañas llueve más y pedaleamos a ratos. Un día nos comimos un delicioso estofado de lagarto, pero otro no acertamos, y nos tuvimos que desayunar unos buñuelos grasientos y pétreos.
Los último 80 km son una alfombra de asfalto reciente donde sólo circulamos las bicicletas que nos podemos colar. Un lujito para los pedaleantes. Llegamos a Savannakhet y volvemos a ver el río Mekong. Ya tenemos noticias frescas de Pako, un amigo de Ana que incomprensiblemente quiere pasar sus vacaciones a golpe de pedal con los bicicletos. Hacemos cita para el día 26 de Junio en la estación de buses de Paksan. Él llegará en autobús pero a nosotros aún nos quedan algo más de 300 km. Así que descansamos un par de días desayunando magníficas piñas, comiendo con cerveza Lao, y cenando pescaíto del Mekong. Todo lo aguó la eliminación de España del mundial de fútbol. Y es que los coreanos nos tienen cogida la medida.
Pako de Vallekas
No fue muy difícil encontrarnos. Pako llegaba con su flamante bicicleta nuevecita. Dispuesto a comer km. Pero antes un buena jalufada con chorizo y lomo de la tierra. Y más sabor de casa: cartas de colegas, recuerdos, historias, saludos. Qué gustito encontrarse con un paisano que comparte barrio, colegas y devoción bicicletera. A Pako le visitarán su novia y unos colegas el 9 de Agosto, en Bangkok, para pasar unos días por Tailandia. Así que sólo tenemos 7 semanas de ruta por delante. Además Pako se ha traído una videocámara digital que nos viene al pelo para seguir grabando esta gesta deportiva sin precedentes en la Historia. Ahi es ná!
Los dos primeros días con Pako son suavones, para calentar las nalgas y entrar en materia. Llegamos a Vientiane, una pequeña capital donde gracias a un colega que hicimos en Mali podemos conocer a Jean-Louis y su familia. Al final resulta que Jean-Louis también conoce a la gente de PAT. Otra de Aldea Global. Tienen un spa de lujo y nos alojan en la zona VIP. Nos llevan a visitar el lago Ang Nam Ngum, el zoo, las minas de sal, paseítos en bici por aquí y por allá. Una pasada de anfitriones. Merci beaucoup a la familia Couderc. Un día conocimos a Roig, un catalán afincado en Laos y que regenta un restaurante muy pocholo en el que se puede disfrutar de una megapantalla de vídeo y un delicioso café irlandés. Como en la ciudad no hay cines, podéis imaginaros como estaba el sitio. A pesar del breve encuentro con Roig, que por su fisionomía nos recuerda mucho al hermano mayor de Martin Feldman, éste nos “patrocina” unas latas de conserva Cuca para seguir pedaleando. Gracias compi.
Vientiane - Luang Prabang
Salimos de Vientiane camino a Luang Prabang, por la que se está convirtiendo en la ruta clásica de Laos para los cicloturistas. Un poco más de 300 deliciosos km separan estas dos ciudades. La carretera atraviesa el macizo calcáreo más grande de Asia, con ascensiones de más de 15 km y sus vertiginosos correspondientes descensos. Prácticamente sin tráfico, con paisajes totales, un rutón vamos. La cosa empieza suave, con llanitos y alguna subida corta hasta Van Vieng. Paramos a visitar la cooperativa que produce papel de mulberry, un árbol típico de estas latitudes y del que se extrae una fibra con la que producen papel y toda una colección de productos de artesanía. Nosotros nos compramos un monedero tejido con papel, muy mono, para llevar el fondo.
En Van Vieng ya estas rodeado de escarpes calizos, cascadas, bosques, cuevas y cursos de agua. Llueve y llueve pero el asfalto es reciente. 11 km antes de Kasi hacemos noche en un aldea sin electricidad. El templo es cuidado por un anciano monje y un novicio que flipan con nuestra llegada. Esa noche una familia nos invita a cenar. Son las pequeñas grandes satisfacciones del viaje en bici.
Al día siguiente toca una buena paliza. Tras Kasi hay un desayuno de 14 km de subida con algún tramo de carretera en obras por desprendimientos. Llegamos a un pueblo donde tomamos un refrigerio y continuamos 15 km de rampas continuas a lo largo de un espolón desde el que se va viendo alejarse el valle. Plato chico, manos al manillar y a meter riñones. Durante la ascensión nos cruzamos con varios paisanos que se pasean con su AK-47. Hacemos noche arriba, en Muang Phu Khun.
Quedan 130 kms con 50 de subidas y otros 50 de bajadas. El día siguiente es espectacular. Un descenso de más de 20 kms nos lleva a un puente en el que vemos aparecer a dos en dirección opuesta. Son dos chicas, inglesa y australiana, que vienen de Luang Prabang. A todos nos quedan cuestas que remontar y una tormenta se está preparando sobre nuestras cabezas. Al final ellas se llevaron el chaparrón a su lado. Entre chubasco y chubasco llegamos a Luang Prabang, cansados y empapados pero contentos de ver de nuevo al río Mekong.
Luang Prabang
Esta linda ciudad, que es Patrimonio de la Humanidad, descansa a orillas del Mekong y abrazada por el río Nam Khan. Con una colina en medio y docenas de templos budistas, esta antigua capital del reino Lan Xang es uno de los lugares más bonitos que hemos visto en este sudeste. Al menos es un sitio tranquilo, ideal para los amantes de la bicicleta, el trekking, las travesías por ríos. El primer día estuvo aderezado de felices encuentros. En el hotel de en frente se alojan Teo de Cai y Mario de Madrí, solteros y residentes en London, y que conocen a nada menos que al famoso Pablo Moreo de Jodar, alias Carademono, un bicicleto actualmente en reserva. Por allí también nos encontramos a un italiano con el que compartimos lodge en Mamallapuram (India), unos cinco meses antes. El mundo, un pañuelo.
Relax, paseítos en bici a las cascadas de Kuang Si, masajito, saunita con hierbas (risa total), tremenda borrachera a base del hipertóxico lao-lao,un aguardiente intragable. En esa noche nació la expresión “de lao!” gracias al humor etílico de Teo. Pasear por Luang Prabang es una gozada. Te gusten o no los templos impresionan. La ciudad es un cajón de sorpresas. Como ya hemos comentado alguna vez, la arquitectura de toda la región se caracteriza por construir las casas elevadas sobre pilares de madera, con el fin de evitar la humedad y las crecidas en la época de lluvias. Una familia de Luang Prabang, con claras visiones futuristas, ha montado una pista de patinaje en la planta baja de su casa, donde a ritmo de música bakalao el hijo nos muestra su pericia para evitar las 27 columnas que jalonan la pista! Al lado han hecho una pista adjunta pero ahora es la estación monzónica y claro, a nadie le apetece patinar en un charco. Surrealismos de lao!
Saliendo de lao!
A Juli ya le quedan menos días. El 22 de Julio se embarcará en avión de vuelta a Madrid. Le va a ayudar a Maxi a montar otra de sus películas… Así que decidimos acabar el itinerario por Laos usando el transporte más chulo del país: el “fastest slow ferry”, que en dos días te lleva de Luang Prabang a Huay Xai, en la frontera con Tailandia. Es tiempo de monzones y el río Mekong está crecido, con turbulencias y corrientes fuertes. La embarcación se mueve lentamente aguas arriba. De vez en cuando un atronador eco anuncia algún speedboat, que van a toda caña sobre las aguas, con 8 pasajeros y una proporción de accidentes muy considerable. El ferry para y hacemos noche en Pakbeng. Es zona productora de amapola y aquí es muy fácil conseguir. Así que aderezamos el “viaje” por el Mekong. Llegamos a Huay Xai y corriendo cruzamos a la otra orilla con la última barca. Ya estamos en Tailandia pero la aduana está cerrada. No esta mal, primer día “gratis”.
Datos básicos del país
Con este apartado pretendemos, en cada artículo, dar una información más técnica sobre el material que utilizamos, así como comentarios y trucos para hacer el viaje en bici más fácil.
Los libros de frases
Los “phrasebook” que algunas editoriales de literatura para viajeros publican son más que recomendables en esta región. La cosa es que son lenguas tonales y muy distintas a la nuestra. En el librito vienen escritas las frases y palabras más útiles para el viajero, con ortografía románica y local, y con unas notas muy básicas para su pronunciación. Son un punto. Además, a los locales les hace mucha gracia y te ayudan mucho a acercarte a la gente. En África subsahariana hay más de 1000 lenguas distintas, y en India más de 500. Normalmente te mueves con los idiomas de las ex-metrópolis (inglés, francés, portugués, castellano). Pero en el sudeste asiático poca gente habla otra lengua que no sea de allí. En las zonas rurales nadie o casi nadie. Tienes que relacionarte con personas que hayan pasado por la Universidad para entablar una conversación, o relacionarte sólo con las personas que trabajan con los turistas, que no esta mal, pero limita mucho.