INDIA: kantri, ser?
Inabarcable, indescriptible. La Gran India, milenaria y moderna. Todo se absorbe, nada permanece estático aquí. Aunque no lo parezca. Con más de mil millones de almas y creciendo. “One family, one child”, reza el slogan que promocionan las autoridades. Veremos lo que pasa. También es una tierra impredecible. Crisol de culturas, razas y religiones, andaban matándose entre ellos cuando pasamos por allí. Un sitio donde alucinar. Aunque muy gastadita aun fascina. Admirable.
Llegamos en avión a Mumbai y pasamos por la Puerta de la India, enfrente del megalómano hotel Taj Majal. Eramos tres, y cuando nos íbamos salimos dos en avión y uno en burra. Pepe se quedaba para seguir ruta hacia el norte, hacia el Tibet. Salió en bici por el Nepal, después de hacerse solo más de 1500 km por el norte del país. Josetxu tenia (y tiene) problemas con su pasaporte, que caduca y caduca cada seis meses. Juli le acompaño hasta Bangkok, para rodar juntos el sudeste asiático. Nos juntaremos en algún punto de la geografía en un futuro. Viaje incierto, como la India.
Para recorrerla en bicicleta, hmmm, que decir. Encuentras asfalto hasta detrás del último kilómetro. Pero el tráfico... un calvario. Las carreteras siempre llenas, de ruido y de gente, de camiones suicidas y autobuses despendolados, de rickshaws temerarios, vacas diletantes, cuarenta motos, carromatos, una abuela con la cantara, un abuelo en bicicleta, el arroz que se esta secando, el perro tiñoso. Adrenalíticas y desquiciantes la mayoría de las veces. Nosotros buscamos siempre rutas secundarias. Cuanta menor actividad mejor para los bicicletos.
Al ser solo tres todo es más fácil. Una nueva costumbre se integra en la rutina viajera: buscamos cada noche la hospitalidad en las Iglesias cristianas. Católicos, protestantes, ortodoxos, baptistas, adventistas. Nos da igual. Para un extranjero es mucho mejor que en los templos hinduístas o en las mezquitas. Además, esa temporada estaba “calentita” la cosa de las religiones. Muchas veces nos preguntaron ¿sois cristianos? Escurrimos el bulto o cuando hay buen rollo decimos la verdad: “Pues mira, no”.
Y nos publicaron un articulo en Humsafar, la revista de vuelo de las líneas aéreas pakistaníes. El primero. Lo celebramos con marisco y pescaíto y cervezas (por cierto, la cerveza india es la peor del mundo, al menos hasta ahora). Pero todo se atraganto cuando nos dimos cuenta que el pago fue un fiasco. Luego salió otro en España, en Saber Vivir, la revista para la mujer moderna. Ahí es na’. Este parece que si lo pagan. No obstante, La Noticia llegaba en Marzo, cuando abrimos nuestra nueva y flamante pagina web: Bicicletos. Muchas gracias Javierín.
De premier en Bollywood
Llegamos a Mumbai, antes Bombay, y triunfamos en el cine indio. Posamos delante de las cámaras de la meca del cine kitsch por unas sabrosas rupias con las que cubrir los gastos en esta gran ciudad. Camareros, enfermeros, fancy people, y hasta de maderos (adivinad quien!). Los turistas lo tenemos fácil en la tierra de la masala movie, los que más películas hacen al año del mundo.
Salimos de esta megaurbe por el mar. Mumbai se asienta sobre una conjunto de islotes que se transformaron en una península artificial. Atravesarla en bici no es muy sugerente que digamos, así que nos embarcamos en la Puerta de la India y en una horita de travesía por una inmensa bahía ya estamos pedaleando por la costa del estado de Maharastra. El segundo día nos cruzamos con Jens, Ronnie y Mathias. Más bicicleteros por el mundo. Los dos primeros salieron juntos de Dresden (Alemania) y se les unió el tercero en Pakistán. Hasta donde lleguen.
La carretera discurre por bosques de mangos, cocoteros, subiendo y bajando colinas recortadas caprichosamente por grandes estuarios. Casi todos los días subimos las bicis a alguna barca con la que llegar a la otra orilla. Sumado al bonito paisaje están las buenas frutas y los refrescantes zumos de caña. No decimos el precio para no moriros de risa. En la India se come mucho, mucho, pero que mucho mejor que en África. Un detalle más es la cantidad de viejos/as que ves por las calles. Además de jóvenes, niños/as, adultos. Esto esta lleno de peña.
Navidades en Goa
Antiguo enclave hippie, ya va quedando poco de aquellos gloriosos 60s, pero la gente sigue viniendo aquí al desmadre, y ahora con la fiebre rave con ellos/as. Los bicicletos, movidos nuestro animo inquieto y la sana curiosidad, no nos quedamos al margen. Ponemos la tienda en mitad del medio del mercado de Arjuna, no muy lejos de donde se cuece la movidita. Nos cuida la familia de Stanley, un tipazo con un papá discreto y servicial, una mama gorda y deliciosa, un hermano simpático. Caímos en muy buenas manos. Si pasáis por ahí no dejéis de visitar el Sun n’ Sand.
Israelitas, Russian connection, indios plastas y menos plastas, lindas italianas, dos holandeses con su furgoneta desde allá, un maori con su novia no-maori, montones de japos. Hasta encontramos a un “lagarto” de Cádiz que se había despistado más de 10 años por allí. Gaupasas a la orilla del mar Arábigo al ritmo de la música Goa-trance. Nos reencontramos con Boaz, otro de los que triunfaron en Bollywood. Y varias veces, lo que pasa es que había tanta gente que al final nunca nos despedíamos. En otro alarde más de audacia intentamos ganar unas perras vendiendo space cakes, type A. La cosa quedo en cubrir gastos y disfrutar de unas cuantas veladas “en globo”.
Cita en Gokarn
Tras la costa de Maharastra, la de Goa es más fácil, menos accidentada. Largas playas, calitas con palmeras. Algunos lugares, como el Cabo de Rama, son espectaculares. En Palolem nos cruzamos con Piet. Viene desde Suecia en bici, pero las cosa esta en que su maquina tiene más de 30 años! Es un hierro sin marchas, y con un freno trasero de esos de pedalear al contrario. Piet es un obseso de la temperatura. Mide el agua de la playa, el ambiente bajo la sombra, en la orilla del mar, por la noche, al amanecer. Así se va recorriendo el mundo, con su bici de paseo y un termómetro. Por allí también apareció Silvano, el cocinero italiano. Otro gran actor. No será la ultima vez que nos crucemos por estas tierras.
Por medio de Holga sabemos de una pareja de gallegos que están en Gokarn. Este sitio sagrado se encuentra ya en el estado de Karnataka, donde empieza propiamente el sur de la India. Ya la gente casi no habla indi, el idioma de los norteños. Bueno, uno de los muchos más que se hablan en este ancho y largo país. La lengua local es dravidiana, no indoeuropea. Es un tronco de lenguas anteriores a las invasiones arias y que llegaron a extenderse por el sudeste asiático. O sea, muy, muy antiguas. Gokarn es una pasada, de las playas más chulas que conocimos en la India, si no es la más. allí conocemos a Maika y Xurxo, que están recorriendo India. Ella hace ganchillo y el toca el djeridoo. Ella reza pujas por la mañana y el cocina sabrosos platos de lentejas “vegetas”. Nos lo pasamos debuti con la pareja de los Parota. Como muestra un botón: “íbamos un DIA, recorriendo la costa, de playa en playa. Pepe lleva su cámara de vídeo y comienza una entrevista informal con Xurxo, que esta lijando un coco para hacer un “cenicero” o algo así. De pronto aparece un baba, asceta de religión hinduísta, que sin grandes preámbulos nos enseña sus genitales, donde porta un anillo que le cierra la punta del pene. Por supuesto, no puso ninguna objeción a ser filmado. Así es la India”. Esperamos que pronto podáis ver los comentarios de Maika en la web.
Por la costa hasta Varkala
La costa va perdiendo color, pues solo hay una carretera nacional que discurre por la orilla. La densidad de población aumenta al entrar en el estado de Kerala. El paisaje esta dominado por plantaciones de cocoteros y canales de agua por donde pescan y circulan. Rectas interminables y mucho trafico. De vez en cuando nos cruzamos con un elefante. Es Febrero y se multiplican los festivales devotos de este animal sagradísimo, reencarnación de Ganesha, dios de la Fortuna.
Así llegamos a Varkala, destino turístico con fama creciente al sur de Kerala. Nos deja un tanto fríos. Si lo comparamos con lo que ya conocemos desmerece un poco. Los numerosos restaurantes tiran la basura por el acantilado que domina la playa, donde las indias se bañan en casto camisón mientras que sus compañeros lo hacen en calzoncillos. Espantoso. Recibimos noticias de que por fin nos pagan el primer articulo que publican los bicicletos! La revista es una desconocidísima publicación, solo disponible en los vuelos de la PIA, las líneas aéreas pakistaníes. Menos es na’. Mariscada y pescaíto, que no es para menos. Luego resulto que el cheque no vale y esto y lo otro. Cuando escribimos esto has pasado siete meses más y seguimos sin ver un guil. Moraleja: la desconocemos, pero estamos seguros de que hay alguna buena.
Reencuentro con los Parota
Marco, un francés residente en Kerala nos lo pinto muy bonito, y para allá nos dirigimos. Además, Maika y Xurxo también van allá y quedamos en vernos en Kodaikanal, en las montañas del vecino estado de Tamil Nadu. Las montañas, siempre más sugerentes, nos llaman. Y así dejamos la ruta en principio planeada hasta la punta de la India, en el cabo Comorin, por otra más accidentada. Pero no hubo accidentes y si muchos bosques de caucho, de café, de cardemuma, de pimienta. Las especias están por todos los lados. Las cuestas arriba y abajo también. Un día hubo un explosivo puerto de 22 km después de comer. La noche paso en una Iglesia con un cura que conocía España y se había traído una boina de allá. Como no.
En una semana nos ponemos en Munar, a los pies del Anai Mudi, el pico más alto del Sur de la India. Por fin dormimos una noche solos, en medio de inmensas plantaciones de te y a orillas de un bonito lago. Atravesamos bosques de bambú y sándalo, el parque natural de Chinnar, con sus animales salvajes: eran monos de bonete!!! Que nos recuerdan vivamente a un compañero de pedaladas.
Llegamos a Palani, otro de los muchos holy places de la India. Tan solo nos separan de nuestros colegas galegos, 64 km de subida continua hasta Kodaikanal. Un ciclón aparece por detrás y se agarra a las montañas. Llueve, llueve y llueve. Pero nada detiene a los bicicletos... ja, ja, ja. Lluvia persistente y rampas para todos los gustos nos tomaron dos días de pelea para llegar arriba y descubrir que nuestros colegas... se habían marchado ya! Fue una falsa alarma. Solo se habían cambiado de sitio, a una modesta habitación con chimenea para pasar los fríos. allí pasamos largos días de agua escuchando a Xurxo conciertos de djeridoo y Maika haciéndonos tobilleras de ganchillo. Muy monas por cierto. No importa, estamos en familia. Un DIA de esos aparecieron Philippo y Andrea, unos colegas italianos. Bueno, sardos. El cielo se abre y subimos al monte. Kodaikanal es famoso por sus espectaculares amaneceres. Desde arriba, con las casas abalconadas en las laderas de las montañas, se disfrutan mares de nubes perfectos que se van difuminando a medida que la niebla sube desde el valle. Ferpecto.
Nos vemos en el rainbow
Tras un descenso brutal de 60 km llegamos a Madurai y comenzamos nuestro circuito personal de templos hinduístas de Tamil Nadu, un estado con más de 3.500 de estos impresionantes y sagrados lugares. Hemos vuelto a quedar con los cónsules gallegos para celebrar el cumpleaños de Pepe. Otra vez no aparecen a la cita y nos dejan un mensaje, emplazando el reencuentro en Tiruvanamalai. Por allí se esta organizando un rainbow para el siguiente plenilunio y tenemos idea de ir a ver que tal. Pasamos por los templos de Madurai, Srirangam, Swamimalai. Aquí celebramos el XXXVIII aniversario de Pepe con cerveza Superstrong y dos kilitos de helado de sabor Spanish Rapsodia. Feliz cumpleaños hermano! Luego llegaron más templos: Thirumazhapadi, Gangaikonda, Chindambaram, y llegamos al de Tiruvanamalai. Josetxu lo hace con 38 de fiebre y lo que parece ser un acceso de la malaria que todos/as nos traemos de África.
El pueblo esta dominado por la bonita montaña (sagrada también, claro) de Arunachala. Cada plenilunio más de 100.000 personas peregrinan alrededor de ella, en un espectáculo de devoción y fuego. Callejeando por el pueblo nos topamos otra vez con Maika y Xurxo. Se hospedan en Lila’s, la casa de Gayatri, Ananda, Aditya y Arjuna. Ella es pintora y de Alicante, y el escritor y de Cochin. ¿Quién es quién? Visitad la web www.anandagaya.com y sabed como se vive tal como se piensa. Y si pasáis por allí, ya sabéis de un sitio donde crear, interaccionar, conocer, relajarse y convivir es todo uno. Un bonito encuentro. allí también conocemos a Ana “asaltodemata”, que nos presenta a Krishnamurti y sus escritos, del que ya llevábamos oyendo hablar unos meses. Muchas gracias.
Se van Maika y Xurxo por la mañana y por la noche llegan Philippo y Andrea de camino al rainbow. Gente de paso y paso de gente. Nosotros nos quedamos con Gayatri y su familia y flipamos un rato con la procesión del monte Arunachala. Nos recorremos el circuito de 8 kms en bici, por supuesto. Arunachala significa la montaña de fuego, y miles de velas se encienden como culto a esta forma del dios Shiva. Con mucha penita y las ganas de volver a vernos salimos de allí camino al norte.
Por la costa este
Cerquita de Chennai, la antigua Madras, hacemos una parada técnica en Mamallapuram, un pueblito pesquero lleno de templos y vestigios del antiguo imperio chola, que se extendió hasta el Sudeste asiático. Ahora es un discreto lugar turístico, famoso por sus talleres de talla de piedra. Nos dedicamos a revelar las fotos, compramos y enviamos artesanía para que la vendan nuestros colegas, visitamos la fabrica de las legendarias motos Enfield, empezamos a trabajar on-line en nuestra futura web. Por fin podemos ver “todas” las fotos del viaje. Intentamos volver a currar de extras en el cine indio. En Chennai están los famosos estudio de MGR, actor que llegó a ser Primer Ministro de este estado, y vaaaarios años. Ahora su “amiga” Jaya, que era bailarina, le sustituye. Aquí el cine tiene una relación larga y estrecha con la política y el Gobierno. El culto a las estrellas del star system es notable por todo el estado. Pero el cine de Tamil Nadu no precisa de extranjeros rubios y altos para sus películas, así que nasti.
Llegan malas noticias desde la otra esquina del país. Los enfrentamientos entre distintas comunidades religiosas estallan y se cobran cientos de muertos en el estado de Gujarat. Hinduistas y musulmanes pelean por los mismos sitios sagrados a golpe de espadas, piedras y gasolina, mientras la policía muchas veces mira para otro lado. La milenaria convivencia de estas tierras se tambalea. Esperamos que no llegue más sangre al río y vuelva la tolerancia por la que la India se distingue tanto.
Desde aquí fuimos a Tirupati, ya es el estado de Andhra Pradesh. Por delante de la Meca, Roma o Jerusalén, este es el lugar de culto más visitado del mundo. Miles de hinduistas visitan a diario el templo de las Seven Hills, Tirumala. Nosotros no pudimos porque no dejaban subir en bicicleta. Pero en moto si. La razón que esgrimían es que había peligro por las panteras sueltas. Seguimos la ruta en la línea de la costa, recorriendo cientos de kms por las peligrosas carreteras nacionales. Podemos evitarlas siempre que llegamos a algún delta, como los de los ríos Krishna y Godavari. Aquí el yogur de leche de búfala merece una mención: exquisito. Seguimos la costumbre de pedir refugio en las iglesias cristianas y un día encontramos una misión claretiana! La India tiene de todo. Poco a poco llegamos a Vishakapatnam, la ciudad india que ha crecido más rápido en los últimos años.
¡Hasta luego!
Desde aquí dividimos el grupo: Pepe tira solo hacia el norte, con la intención de visitar Varanasi, la ciudad sagrada a orillas del río Ganges. Juli y Josetxu siguen ruta por la costa hasta Kolkata, o sea, Calcuta. A Josetxu le expira el pasaporte en pocos días y hay que reservar vuelo para irse a Bangkok (Tailandia), donde solicitar otra vez, esta la tercera, un pasaporte nuevo. La Administración española... Quedamos de volver a vernos en Varanasi en unas semanas.
Dejamos el estado de Andhra Pradesh y entramos en el de Orissa. Por la costa, Juli y Txu llegan al lago Chilka, la albufera más grande de Asia. Cerca esta la ciudad sagrada de Puri. allí llegamos y recibimos la noticia del estreno de nuestra nueva website. Chapeau Javi! Llega el holi, el festival de los colores, cuando los indios, e-llos so-los, se colorean el cuerpo y la ropa. Hay que andarse al loro con los adolescentes llenos de hormonas y siempre dispuestos a demostrar su bravura de forma entusiasta. Nosotros nos refugiamos en el pueblito de Konark, donde un impresionante templo dedicado al sol estuvo enterrado en las dunas unos 300 años. Alucinante. Seguimos pedaleando y atravesamos el delta del Mahanadi y en tres días salimos de Orissa y entramos en el estado de West Bengal.
Cuando llegues, me llamas
Llegamos a Kolkata cruzando las aguas del delta del Ganges, el más grande del mundo, atravesando el famoso Hoogly. La entrada a esta gigantesca ciudad la hacemos con las burras sobre un autobús. Rodar por las carreteras indias es estresante, pero por las ciudades es desquiciante. En la ciudad de Teresa, Rabindranath Tagore y la diosa Kali, hacemos los últimos preparativos para salir de la India. Allí nos reencontramos con Dion, un francés que también triunfo con nosotros en Bollywood. Parece mentira como este enorme país se empequeñece al ritmo del viajero. Han sido cinco meses y casi 5.000 km. Juli y Josetxu pillan un tren y se van a Varanasi para visitar a Pepe.
Describir esta ciudad llevaría ríos de tinta, que además, ya están escritos. A todos nos gusto a pesar de su suciedad, su ruido, las enfermedades que pillas, sus deliciosas amebas. La India muy india, las más india de todas. Las abluciones se realizan al lado de la salida del colector de la ciudad, donde al lado se lava ropa y el búfalo se esta bañando, mientras al lado queman algún cadáver. Eso sí, todo es sagrado.
Aquí encontramos gente fantástica: Christine y Malcom, dos kiwis en bicicleta desde London hasta Wellington (Nueva Zelanda). Un buen conecte. Pepe Calvillo, un charro que pedaleo desde Kathmandu hasta Goa y andaba en esos momentos por allí. Saeko y Yukifumi, dos encantadoras criaturas del Japón, un chorro de alemanes, y muchos/as más con los que compartíamos las tranquilas veladas en la azotea del Puya Guest House, y algún bang lassi que otro.
Pepe nos anuncia que aquí va a alargarse un poco más la separación de los bicicletos. Quiere intentar atravesar el Tibet en bicicleta, una tarea nada fácil y no precisamente debido a las montañas del Himalaya, sino más bien gracias a las labores de la policía china. Lo intentara junto a los kiwis. Josetxu tiene que hacerse otra vez el pasaporte en Tailandia y Juli le acompaña. Su idea es recorrer el sudeste asiático y ver como y donde reagruparnos, con tiempo. Parece complicado porque Juli marchara a Madrid a fines de Julio para currar unos meses y sacar unas pelas. Las finanzas tiemblan. Nuevos km por muy distintos caminos. Cuando lleguéis, me llamáis.
Datos básicos del país
Con este apartado pretendemos, en cada artículo, dar una información más técnica sobre el material que utilizamos, así como comentarios y trucos para hacer el viaje en bici más fácil.
¿Iglesias? Sí, gracias.
A más de uno/a le sorprenderá esta declaración, que no de principios. Seas o no seas creyente, las iglesias en la India suponen uno de los pocos sitios tranquilos donde pasar la noche. En India no hay problema para acampar en las playas, las riberas de ríos, los cocotales. En general es un país bastante seguro en este sentido. Incluso en terrenos privados los dueños acceden a dejarte acampar. Otra opción pueden ser las áreas donde paran los camioneros, nuestros enemigos naturales por el día, pero muy solidarios por la noche. Normalmente hay duchas y tigre. Todos los pueblos tienen un sitio publico para pasar la noche con una fuente de agua cercana. Eso sí, muy público.
Pero claro, in-me-dia-ta-men-te aparecen docenas y docenas de gente, a lo largo de horas y hasta bien entrada la noche. Después de un día de duro de pedaleo lo que menos te apetece es seguir viendo gente a tu alrededor. Hay muchas guest houses, pero no en todos los pueblos. A veces hay suerte y hay un daramsala, casa de huéspedes asociada a un templo hindú, muy baratas y básicas. Las iglesias cristianas, de cualquier confesión, nos abrieron sus puertas prácticamente todas las veces que nos acercamos. Algunas incluso dan cena y el cura es un cachondo. Las católicas las mejor dotadas, y las protestantes las más campechanas.