GUATEaMALA
Uno de los países que más me ha gustado. La tierra de los 'chapines', de la eterna primavera. Un país donde tantos años de violencia no han acabado con las comunidades indígenas, mayoritariamente mayas. Tambíen se nota que éstos viven un poco aparte de las comunidades mestiza y criolla. Pero bueno, tras los Acuerdos de Paz de 1996 parece que las matanzas han remitido bastante. Ahora queda curar heridas, que no es poco.
A quién le gusten las ruinas, que se vaya a la selva del Petén a flipar un rato. Yo me lancé por el eje volcánico, que me pareció de los más bonitos de América, empezando por el volcán de Agua hasta el Tacaná, pasando por el mítico lago Atitlán. Y me dejé en el tintero zonas como Cobán, la Alta Verapaz y los Cuchumatanes. Hay mucha GuateAmala pa' rodar.
Pero lo mejor son los chapines. Dormí muchas noches con bomberos, encontré gente muy linda, y hasta me dieron un par de aventones en carro. Uno de ellos fue nada menos que una patrulla de policía. Tuve el hospital de campaña en casa del Chipi en Xela, y también conocí a un vasco y a un gallego viviendo por esas latitudes. Y es que GuateAmala es un buen lugar para quedarse.
Los primeros kilótromos
Desde la frontera de El Florido empezamos con montañitas y valles cerrados. Pasamos Chiquimulas y alcanzamos el valle abierto de Zacapa, por donde discurre la carretera del Atlántico. La primera noche es con los bomberos de Teculután y el primer atracón de tamales. Al día siguiente me encuentro un coche tirao en la ruta. No tienen ni un destornillador para ajustar un latiguillo del radiador. Lo reparamos, subimos la bicla a la furgoneta y me dan un aventón y un desayuno. Este país tiene buena madera.
Subo a la ciudad de Guatemala y duermo con otros bomberos a la entrada. Paso de largo esta megaurbe, contaminada y desmedida. Cada vez le tengo más tirria a las ciudades grandes. Me estoy volviendo un viejo cascarrabias. Pero eso sí, en bicicleta. Subo unas laderas más y entro en un descenso de vértigo hasta ver de frente al volcán Aguas con Antigua a sus pies. Bonito monte y bonita ciudad.
En Antigua
El infame conquistador Alvarado fue el encargado de sumar los territorios guates a la colonia española. Su primera capital fue Ciudad Viea, muy cerquita del volcán Aguas, pero un terremoto la destruyó. Se apartaron un poco más para construir la segunda capital, Antigua. Un terremoto en 1773 la destruyó casi completamente y el emperador mandó construir la nueva capital donde se encuentra hoy la ciudad de Guatemala, con la prohibición expresa de volver a asentarse en Antigua. Pero el pueblo nunca se fué y Antigua se levantó de nuevo. Hoy es una preciosa ciudad colonial, frente a los volcanes Aguas, de Fuego y Acatenango. Entre sus calles se encuentran las antiguas iglesias y palacios en ruinas, testigos de aquella hecatombe.
Me quedo con los bomberos voluntarios de Antigua. En Guatemala hay dos tipos de bomberos: voluntarios y municipales. Da igual, los dos muy enrollaítos con los ciclistas. Les dejo la bicla y la mochilada y me lanzo un par de días al volcán Acatenango. La ascensión atraviesa todos los niveles de vegetación de la región. Arriba el bosque quemado, los pajonales, los cráteres de escoria. Como siempre, los mares estaban escondidos bajo un manto de nubes, pero el vecino volcán de Fuego me saluda con una sonora fumarola.
Desciendo y paso la noche a la altura del bosque húmedo. Al amanecer sale el sol tras el volcán Aguas. Una vez de vuelta en Antigua intento poner el audiovisual de los bicicletos en el Centro Cultural Español, situado en un espectacular claustro con instalaciones de primera y funcionarios de quinta. Como siempre, rechazan la propuesta razonando 'falta de presupuesto'. Que miseria de país! Siguen un par de agradables días disfrutando Antigua. Conozco a Pascu, un paisano afincado hace más de 8 años en Antigua. Me da buenos contactos y consejos para la ruta y me despido de Antigua.
En el lago Atitlán
En un par de días llego al borde del lago más famoso de Guatemala. La última cuesta es muy peleona, pero la vista es tan espectacular que pronto se olvidan todos los sufrimientos. Así es esto de la bicla. Desciendo a Santiago de Atitlán, por una carretera sinuosa que corre paralela al lago. Santiago se asienta en las orillas de una recula del lago, entre los volcanes Atitlán, Tolimán y San Pedro. Una pasada. El dueño del Hotel Bambú es un gallego que lleva por Guatemala más de 14 años. Unas charlitas y unos bañitos en el lago.
Tampoco hay mucho más que hacer. Subir a los volcanes, pedalear trochas, pasearse por las orillas del lago. Todo parece peligroso y no recomendable para la policía local, que no hace más que reportar bandidos y asaltos. La verdad es que se veían controles policiales por toda la carretera. Una situación curiosa en uno de los lugares más visitados del país. En San Pedro los polis me dicen que me puedo subir al volcán, pero los guías locales se oponen. Menudo rollo. Como yo no puedo hacer lo que me mola, pues me escapo del bonito lago Atitlán.
Tras una explosiva subida a Santa Clara le echo un último vistazo al majestuoso entorno de Atitlán. Un descenso a una quebrada es seguido de una tremenda subida infernal. Hacia tiempo que no encontraba pendientes tan fuertes. Con la lengua fuera voy rascando metros hasta que una patrulla de policía me alcanza y me ofrece un aventón. Como no! En este país hasta los maderos son majos, toma ya. Quedaban como 4 km de rampas y al final me dejan en el cruce de la Interamericana.
En Xela
Para llegar a Xela hay que subir un páramo que le llaman Alaska por el frío que pega. Y se nota. Con los últimos rayos desciendo a Quetzaltenango. Allí contacto con Mariajo por medio del Club de la Hospitalidad, y ésta me conecta con el Chipi, un chavalote que ha viajado mucho y tiene 3 negocietes para buscarse la vida. Muy buen rollo. Me cuenta como subir al volcán Santa María y al día siguiente ya estoy en la pateada. Una espectacular fumarola del Santiaguito, la chimenea activa del volcán, me da los buenos días. La ascensión es corta y bonita, a través de bosques. En la cumbre mucha gente reza y habla por el celular con Dios. Cada loco con su tema. Ni que decir tiene que nada de ver mares.
La vista del eje volcánico es de lo mejor. Hacia el sur, los volcanes de Atitlán y los de Antigua. Al norte el Tajumulco, mi próximo objetivo, y el Tacaná, ya en la frontera con Mex. Bajo, me tomo unas chelas con el Chipi, y al día siguiente tomo un bus camino a San Marcos. Con otro bus me acerco a las laderas del Tajumulco, donde se empiezan a notar los tristes efectos de la deforestación. Es el techo de Centroamérica, y como ha sido tradición en todo el subcontinente, lo corono rodeado de nubes, y muy cerquita del cielo, me tomo unas fotitos y bajo. Decido pasar la noche con vistas al Tacaná. Al otro lado está Mex, ya puedo oler los tacos al pastor. Leo un poquito, el atardecer de lujo, la cenita, un té. Por la noche me despierto con muy mal cuerpo y abro sendos grifos por detrás y por delante. En cinco minutos he sacado to-do lo que había en mis tripas y un temblor frío me acompaña el resto de la noche.
Amanezco muy débil y como las muñecas de Famosa, me dirigo por el bus de vuelta a Xela. Hacía mucho tiempo que no tenía una diarrea tan violenta. El casero de Chipi le ha pinchado el cable a un vecino, y me atrinchero en el sofá provisto de anti-parasitarios y arroz hervido durante 4 días. Hacía mucho tiempo que no veía tanta TV. Cuando la cosa ya se va poniendo dura, me despido de Chipi y Mauro y una fría mañana me monto de nuevo en la burra.
Los últimos kilótromos
Los rumores sobre la frontera de Tapachula son tan macabros y llenos de mareros que decido salir por La Mesilla. Pedaleo hasta Huehuetenango, donde comienza la cordillera de los Cuchumatanes que se pierde hasta la Alta Verapaz. La verdad es que dan ganas de adentrarse, pero mis ganas de llegar a Mexico lindo y querido pueden y sigo. Esa es otra buena noche con bomberos. Paro un ratito para visitar las ruinas mayas de Zaculeu, un bastión maya que presentó una especial resistencia a los conquistadores. Las ruinas están reconstruidas y las pirámides presentan sus dimensiones reales contrastándose en los montes azules.
Con las pilas cargaditas desciendo pletórico el desfiladero que le sigue a Huehue. El descenso acaba y la carretera deja el valle para subir las últimas montañas guates. Siento que voy dejando atrás el capítulo centroamericano. Pero no hay pena. Mexico por delante, donde tengo muchos cuates y cuatas, me está llamando. Aunque sé que dejo uno de los países que más me ha gustado de todo el viaje. GuateAmala es un buen lugar para volver.
Datos básicos del país
Con este apartado pretendemos, en cada artículo, dar una información más técnica sobre el material que utilizamos, así como comentarios y trucos para hacer el viaje en bici más fácil.
Alforjas delanteras
Nosotros llevábamos al principio una alforja delantera enganchada al manillar, pero con la vibración se solía romper y además pone un poco nerviosito al manillar en las subidas. Luego pusimos una parrilla delantera, sobre la que cargábamos y la estabilidad mejoró considerablemente. Lo último fué pillar un par de alforjas dela marca Ortlieb, con su porta diseñado para acoplarse a horquillas delateras con suspensión, y la conducción mejoró aún más. Es material caro pero muy recomendable para la práctica del ciclismo pesado.