Canada

Continente
Fechas del viaje
26 Jul 2006 - 21 Abr 2009
Crónica del país

K-NADA

Muy desarrollado y rico, primo hermano de los USA, Canada es un típico país de inmigrantes. Los primeros pobladores, aquí conocidos como First Nations, son, como casi siempre, arrinconados en reservas y desoídos en los círculos de poder. Las culturas anglosajona y francesa se imponen sobre un multicolor mosaico de minorías provenientes de todos las geografías del mundo. Pero esta concentración de diferencias le da mucho saborcito y en cierto sentido, define a este país como un experimento de convivencia de lo que puede llegar a ser el futuro en muchas partes del mundo.

Este es el segundo país más grande del globo, situado totalmente al norte del planeta y con su escasa poblacion concentrada a lo largo de la frontera sur. Todo resulta en un paisaje de inmensos espacios inhabitados, llenos de montañas, bosques, praderas y lagos.  De costa a costa hay más de 7000 km de carretera, y de sur a norte casi 4000 km separan la ciudad de Vancouver de donde acaba la ruta al norte. Mucho horizonte pa' pedalear.

Nosotros rulamos en la provincia de British Columbia, la isla de Vancouver, los territorios del Yukon, las Rockies, la provincia francófona de Quebec, y más allá del Círculo Polar Ártico. Todo ha sido a lo largo de más de tres años, entre Agosto 2004 y Agosto 2007, lo que ha convertido a este rincón en un fuerte atractor para los bicicletos. Prueba de ello ha sido la repeticion de un peloton de 9 bicicletas en la etapa más al norte que nunca hayamos pedaleado.

Invierno en BC: Carlos, Pepe y Kenchan (Noviembre 2004): CANADÁ, fruto de una prudencia y una codicia.

La prudencia fue cambiar de planes cuando, una vez en Mongolia, comprendí que no estaba preparado en absoluto para atravesar Siberia en invierno, uno de mis antiguos sueños. Andaluz, había visto la nieve en fotos muchas veces, pero no la había experimentado más que unos cuantos días de mi vida. Me iba a encontrar con temperaturas de -30º, -40º, y hasta de -70º, iba a pedalear sobre hielo, con tormentas de nieve, en uno de los lugares menos poblados de la Tierra, lo que quiere decir que hay que salvar grandes distancias en solitario, con una gran cantidad de equipo y comida y expuesto siempre a quedarte tieso de frío en cuestión de minutos. Digamos que me entró una especie de moderación, por no llamarlo de otra manera.

La codicia fue pensar que iba a ganar mucho dinero recogiendo setas silvestres, en concreto el matsutake japonés o pine mushroom, que nuestro amigo Sandro Frizzi me había garantizado cuando nos encontramos en Tailandia unos meses antes.

Estas dos razones apuntaban al mismo país: Canadá. Podría, pues, empezar las Américas desde el norte, pedalear en invierno, duro pero no tanto como Siberia, y engordar la talega para seguir el camino hacia el sur.

Nuevo equipo y nueva manera de viajar

Carlos Vidania, bicicleto en reserva, con “las alforjas llenas de angustias” y dos equipos completos de pesca, se apuntó. Kenichi Mita, Kenchan, voló conmigo desde Japón. A el le interesaba de Canadá, más que todo, “la comida y el reiki”, como confesaría casi al final del viaje.

Estuvimos haciendo el ridículo en el mundo de las setas durante unos días. Por primera vez en la historia del matsutake el precio bajaba a casi nada debido a la entrada en el mercado de unos cuantos países productores como China, Corea, Laos… Así que antes de quedarnos sin un duro, nos hicimos con una furgoneta Toyota Mini-Van del 83 acondicionada para viajar y nos lanzamos a la isla de Vancouver para familiarizarnos con el clima, muy lluvioso, y con la conducción de la furgo, muy lenta. Kenchan se convertiría en el piloto oficial de la expedición. Carlos y un servidor de ustedes pasábamos a ser los bicicletos invernales.

Visitamos a Billy, al que había conocido en Laos, y la noche que él no estaba experimentamos nuestra primera y última “Friday fighting” ('la pelea del viernes') con unos cuantos paletos de Ucluelet que querían pegarnos porque habíamos pasado la noche bailando, nosotros los tres únicos hombres, con todas las demás chicas del pueblo. En estas tierras, los hombres que bailan la música de la banda de soul (muy buenos por cierto) son considerados homosexuales y por lo tanto hay que pegarles. La cosa no fue muy grave: Charly voló unos cuantos metros y a mi me separaron muy rápidamente del cuello de toro del causante de su acrobacia. Kenchan no había tenido el gusto de enterarse y al día siguiente Carlos ni se acordaba. Ventajas etílicas.

Trazamos un plan. Nuestra intención era ir desde Vancouver hasta Bella Coola, primero hacia el norte y luego al oeste, intentando siempre recorrer el camino por carreteras secundarias. Los maravillosos días otoñales de lluvioso entrenamiento se acabaron y, ya en el continente, nos topamos con la nieve en Pemberton. Y no era poca la nieve. A medida que subíamos hacia el paso que te lleva a Gold Bridge, del otro lado, crecía en centímetros y en testarudez. Hasta el punto que tuvimos que dar media vuelta sin coronar el puerto. Carretera principal de nuevo, Lillooet y desvío a Gold Bridge. Segundo intento con el mismo resultado que el primero, pero esta vez esforzándonos mucho menos. Estábamos a primeros de Noviembre, todavía no había llegado el invierno y ya teníamos dos derrotas acumuladas.

Nuestro afán de superación estaba, no obstante, casi intacto. Al tercer intento lo conseguimos. Esta vez desviándonos de la carretera principal en Clinton. Primera nevada pedaleando, uauh qué chuli!. Pero nos dimos cuenta de que la furgo no estaba hecha para semejantes condiciones, qué lista la furgo! Después de pasar la noche, los bicicletos invernales se separaron del coche de apoyo que daría la vuelta por Williams Lake y nos encontraría en algún punto del camino.

Este es uno de los momentos “picudos“ del viaje. Dos días y medio con sus dos noches pedaleando con todo el equipo en las alforjas. La primera noche no estuvo mal del todo, hicimos una lumbre en una ladera al lado del río Frazer y dormimos bastante bien tras un día no demasiado duro de pedaleo. El segundo día, después de subir y bajar patinando a Dog Creek (Arroyo del Perro) nos encontramos con que en el aire hay partículas de hielo flotando que brillan cuando hay sol y que se convierten en una niebla espesa y dura de respirar, sobre todo en las cuestas arriba. Ya se nota, perfectamente, que el pedaleo invernal tiene un gasto adicional de energía. Llegamos a Alcali Lake con una mezcla de susto por el frío y de cansancio. Hemos pasao el día en pistas con niebla helada entre paisajes semicongelados. Aterrador.

A la mañana siguiente, todo lo que estaba al otro lado del saco que no es el de uno mismo, tiene un dedo de hielo. Recuerdo aquellas horas del desayuno, la recogida y la preparación del equipaje como las que más frío he pasao en toda mi vida. Un poco más tarde, ya en la bici y en cuesta arriba, nos tenemos que parar. Al pescaor (Carlos) se le están congelando los dedos de las manos. Menos mal que hemos venido preparados y tenemos el cursillo de primeros auxilios sobre hielo, que si no… No teníamos ni idea de que hacer: soplar y añadir saliva congelada a las partes dolientes; frotar, con el peligro de arrancarle la piel; llamar al Samur... La naturaleza, que es sabia, siguió su curso y al poco rato de incertidumbres y de cuidados apareció Kenchan con la furgo. Un oasis de calor en medio de ese reino del frío, y al volante del trono con ruedas, nuestro Salvador japonés.

Llegamos con estas fatigas y otras a Williams Lake. Allí pasamos un par de días en casa de unos amigos de Billy, Mark y su novia. Él tiene una tienda de bicis y de equipos de montaña muy importante. Nos trataron muy bien y nos dieron mucha información sobre la ruta que teníamos que seguir: él como bicicletero, y sobre los bosques de pinos, ella como forestal. La ruta es muy reciente, los nativos de Nemaiah han estado apartados del mundo hasta hace sólo unas cuantas décadas. Estamos en el Cariboo, región de la provincia de British Columbia, por donde un par de años más tarde atravesaríamos Josetxu y yo en bici de nuevo, pero esta vez en verano.

Con las señas que nos dió Mark, encontramos a Chundy, un estadounidense mayorcito pero muy bien conservado, desertor de la guerra de Vietnam, escapado y escondido durante 30 años a orillas del Chilko Lake, uno de los sitios más bonitos del planeta, viviendo en una casa de troncos, de su huerta de verano y de sus cabras, con su mujer Joanne y muy poquitas cosas más. Fueron muy amables y pasamos unos buenos días en su compañía.

Chundy tiene una anécdota muy graciosa: Un día, al poco de escaparse de su país, cuando aún vivía en una tienda de campaña, oyó el ruido de un helicóptero que aterrizaba al otro lado del lago. Estaba cuidando las cabras un poco apartado de la tienda. Entonces vió a unos policías acercarse a la tienda y uno de ellos azuzó a un perro dentro de la tienda. No se lo pensó dos veces y salió corriendo, echando chispas, pero los policías lo vieron y salieron corriendo detrás de él con los perros. Chundy se tiró al río y lo atravesó. Apunto que los ríos canadienses calentitos no son. Los policías lo saben y se cortaron de echarse al agua, pero azuzaron a los perros. Aprovechando la poca ventaja de que disponía, nuestro amigo se desnudó y los perros ya no pudieron seguirle la pista. Siguió corriendo y comienzó a anochecer. Era otoño y la noche puede ser muy fría. Mientras, los policías daban un rodeo, Chundy, en la desesperación de la huida, se metió en una casa en busca de algo de abrigo. Al abrir la puerta se encuentra con una señora mayor que se lleva un susto doble: uno por la repentina invasión y otro porque está en pelota. Agarra un jersey que está colgando de una silla y se tira pal monte de nuevo. Pasó la noche metido en un montón de hojarasca. Los perseguidores pasaron por allí pero no lo encontraron. La señora no tuvo tiempo ni de gritar.

Seguimos camino y pasamos la boca del lago, donde nos comimos unas buenas truchas pescadas por Carlos. Cruzamos unas montañas, por cuyas pistas heladas, la furgo no podía subir y tenía que estar calzada con piedras porque si no se iba para atrás. Salimos de allí echando tierra y piedritas para que las ruedas agarraran en el hielo. Incluso con las ruedas con pinchos de acero, las bicis resbalaban constantemente. Y lo siguieron haciendo muchos días hasta el descenso de Bella Coola, donde el plató del Cariboo termina y comienza una carretera de vértigo.

De Chundy y Joanne a Sandy, una amiga de éstos que vive al otro lado de las montañas del Chilko Lake, cerca del Tatlayoko Lake. Sandy se había hecho construir una casa de troncos que parece un museo o un palacio. Y cuanto le había costado?: la comida de las gentes que estuvieron construyéndola. Organizó un campo de trabajo e invitó a especialistas y a estudiantes de muchos países que querían enseñar y aprender respectivamente, a construir casas de troncos. Así que la casa fue un proyecto de escuela y al final se quedó con ella. Lo más curioso de Sandy era que ella había vivido en tipis muchos años, incluso en invierno y toda su vida había soniado con tener una buena casa de troncos, confortable y grande. Por fin la había conseguido y ahora se siente atada a ella. Una casa en un sitio como aquel, si la dejas un tiempo en invierno, sin cuidar, se viene abajo. Con su hija ya crecida, la casa era una atadura para ambas. La estaba intentando vender, por si le interesa a alguien.

Después de unos días de comfort, a la carretera otra vez. En el descenso a Tatla Lake, donde se conecta con la carretera principal que viene de Williams Lake, se nos llena la barba y la cara de hielo. Hace tanto frío que parece que la carne, donde se asoma, esta siendo rajada por cuchillas pequeñas. Sin grandes novedades, más que las manos como garrotes cada vez que hay que poner o quitar las cadenas a la furgo, llegamos al impresionante valle de Bella Coola, también otro de los sitios más... Hay un descenso trepidante que termina en un valle enorme flanqueado por montañas de nieves perpetuas en las cumbres. Dormimos abajo en el valle a unos 60 o 70 km de Bella Coola y al día siguiente asistimos en directo a la que ha sido para mi la nevada de mi vida. Unos copos como galletas María. Olvídate de la bici. Casi ni veíamos. Casi no podemos terminar ni con la furgo que empezó a tener problemas, y se paraba, a veces, en medio del nevisco. Si quitábamos el limpiaparabrisas, andaba y en unos segundos dejábamos de ver. Lo volvíamos a poner, y se paraba. Menos mal que estábamos preparados y habíamos hecho todos el cursillo de mecánica sobre hielo, que si no... No teníamos ni idea de lo que hacer, pero hacíamos como si no fuera así. Abríamos aquí y allá, tocábamos esto y aquello, los fusibles, los contactos, La cosa era que seguía funcionando y conseguimos llegar a Bella Coola. Habíamos hecho unos 800 km de carreteras, casi todo pistas, sobre hielo y nieve. Esta prueba estaba superada. Ya no volvimos a tocar las bicis hasta Vancouver, casi un mes más tarde. Bueno, Carlos no volvió a tocar su bici nunca más, porque se la robaron el mismo día que llegamos a Vancouver. Junto con otras muuuchas cosas de valor.

En Bella Coola conocimos a Mikel, que nos hizo un poco de guía y nos enseñó un poco los alrededores. También nos presentó a Andy, en cuya casa pasamos unas veladas muy agradables. Era pescador y nos regaló salmones que pesaban más que nosotros, unos seis, y un black cod (bacalao) que estuvo delicioso. También nos dejaron una cabaña, donde estuvimos una semana recuperándonos del frío y del susto. La nieve le pasó el turno a la lluvia y así estuvo casi todo el tiempo hasta que arreglamos el problema eléctrico de la furgo y reunimos el suficiente coraje para enfrentarnos otra vez al hielo y la nieve y subir aquellas cuestas heladas en primera velocidad. El resto del viaje, otros cuantos miles de km, lo hicimos exclusivamente en furgo. Y no por ello fue menos terrorífico, muy al contrario, pero ese es otro capítulo del comic.

Verano en BC: Josetxu (Julio-Agosto 2006)

Llegando desde el estado de Montana y siguiendo toda la divisoria continental de las Montañas Rocosas, entramos en la provincia de British Columbia. De todas las Rockies, estas me parecen las mas bonitas, con mucha tapia de caliza y glaciares colgando. Una larga tirada por carretera hasta llegar al final del asfalto para treparnos de nuevo al monte y cruzar de nuevo las Rockies a la provincia de Alberta. Al otro lado una fantastica red de circuitos para la bici permite llegar hasta Banff, donde acaba (o empieza) la Great Divide Mountain Bike Route (adventurecycling.org). Banff es el principal destino turistico de las Rockies canadienses y esta llenita de gente. Vuelvo al asfalto a rodar la Icefields Highway, que atraviesa los parques nacionales de Banff y Jasper. Mucho ciclista se anima a rodar estos 230 km de carretera de montaña con espectaculares vistas y docenas de autobuses llenos de kumbayas. A mitad de recorrido se ve el glaciar Columbia, el mas grande de todas las Rocosas, asediado por miles de turistas. Esos dias llovia, nevaba y hacia mucho frio. Estamos a fines de Julio y principios de Agosto y hay que ponerse ropa termica, para que cuando salga el sol nos cozamos y quedemos en manga de camisa.

Pasamos por Jasper y subimos el ultimo puerto de la divisoria continental ya con rumbo a Vancouver. Arrecian las lluvias y tras 14 horas seguidas de agua me rindo y me quedo sin poder recorrer el monte Robson, el mas alto de las Rockies canadienses. Mejora el tiempo y la carretera desciende suave paralela al rio North Thompson. Voy buscando carreteras secundarias y pistas  que van descubriendome la esencia de esta provincia: bosques y lagos y rios y bosques y... El inmenso rio Fraser se encañona y las rampas se acentuan en las Coast Mountains. Puertos largos y empinados, toboganes y rompepiernas. Llego a Whistler, una megaestacion de esqui y centro neuralgico de las futuras olimpiadas invernales del 2010. Mucha obra en la carretera y trafico intenso y pesado hasta llegar a Vancouver.

En Vancouver me quedo con Tania y Gwendal, que rodaron desde Ushuaia (Argentina) a Inuvik (Canada) en 19 meses, como la gente normal (ver cronica Perupe y www.antipodes-expeditions.com). Unos dias de descanso y salgo a rular la isla de Vancouver. Aqui el tiempo me sonrie y durante dos calurosas semanas solo me llueve un dia! Recorro la isla de sur a norte por el interior, siguiendo pistas forestales y flipando mogollon. Paso algunos dias alojandome en casas de otros ciclistas 'pesados': muchas gracias a Melissa y Steve, y a Maxine y Dave. Funcionando con la lista de ciclistas warmshowers.org. En el norte veo osos negros casi todos los dias. Como hace tanto calor, la pista que lleva al Cape Scott, el punto mas al norte de la isla, esta cerrada por peligro de incendio. Asi que desde Port Hardy tomo el asfalto de vuelta y en Comox me subo al ferry que atraviesa el estrecho de Georgia y me deja en la Sunshine Coast. Un par de dias mas rodando esta simpatica carretera a orillas del mar para llegar de vuelta a Vancouver.

Verano ártico: Vancouver-Inuvik (Junio-Julio 2007)

Esta ha sido la ultima etapa en el continente americano. Desde que salimos en Enero 2004 de la puntita mas al sur de America, alla en Ushuaia (Tierra de Fuego, Argentina), han pasado casi 4 años y 25000 km. Los bicicletos volvimos a juntar un 'dream team', y por segunda vez fuimos 9 en la ruta. Pepe y Josetxu salimos de Vancouver a mediados de Junio. Montamos las biclas en el coche de Yannis que nos da un ride hasta 70 Miles House, el cruce de carretera donde llego Josetxu el verano pasado. A partir de aqui carretera y manta. A pesar de la inactividad de casi 10 meses, el primer dia caen 100 km en asfalto sin grandes desniveles. Pepe rueda en su flamante reclinada y en las cuestas abajo y llanos es dificil seguirle rueda. En Williams Lake llegamos a orillas del rio Fraser y empezamos a circular por secundarias y pistas. Llueve y nos atascamos en el barro, pero estar lejos del asfalto y bien dentro del bosque nos hace olvidar penurias. Pronto avistamos nuestro primer oso negro. A lo largo de la pedalada seran 15 negros, 2 grizzlies y un oso polar. Esto es America.

El primer descanso lo hacemos en Smithers. Nos metemos en el piso de Riley mientras el esta ausente. Muchas gracias tronk. Llueve mucho y los rios desbordan. De vuelta en la ruta, un dia nos refugiamos debajo de un puente y pasan las horas. Es un pueblo indigena y nos acogen a pasar la noche. Con Peter y sus colegas bebemos mucho y descansamos poco, pero nos llevamos dentro su calida hospitalidad. Entramos en la Cassiar, la carretera que recorre el norte de British Columbia, y en terreno mas agreste. Hay muy poco trafico y muchos mas animales, bosques, lagos.   La densidad de mosquitos nos hace reflexionar mucho en el slogan de esta provincia: 'Best place on Earth' (El mejor lugar en la Tierra). Nos gustaria ver al responsable del departamento de Creatividad con una tanguita por los bosques de estas latitudes. Descenso espectacular a Stewart y alli esperamos con mucha ilusion la llegada de Juli. Tras mas de dos años 'en reserva' Juli vuelve a las rodadas un par de meses. Un bonito re-encuentro mojado con lluvia y a la sombra de los mosquitos.

Salimos el trio de vuelta a la Cassiar. El valle del Bear Glacier se abre en el lago Meziadin. Mas bosques, mas lagos. En Bob Quinn nos encontramos con David, el 'quebecois' mas majo de por aqui, con el que pasamos la tarde pescando, bebiendonos sus cervezas y comiendonos sus hamburguesas de alce. Atravesamos la divisoria continental y llegamos a Dease Lake. Descanso con lluvia y vuelta a la ruta. Al final de la Cassiar un grizzlie adulto nos visita y se acerca mientras estamos desayunando dentro de la tienda sin los sprays ni los cartuchos anti-oso. Olisquea y decide irse a comer del basurero, momento que aprovechamos para salir y asustarle con una bocina de aire. Estuvo muy cerca. Entramos en los territorios del Yukon. El paisaje cambia, los arboles se achican dejando ver mas amplios horizontes, todo mas lleno de luz.

En Whitehorse llegan cuatro bicicletos mas: Bec desde Vancouver, Jack desde Japon, Matias y Jopo desde España. Ya somos siete. Alli nos repartimos para alojamos con Charles, Christine y Mary, Karen, Bruno. Tenemos una emotiva presentacion del audiovisual de los bicicletos para la comunidad francofona en el Centre de la Francophonie. Salimos de Whitehorse con lluvia y frio, pero pronto brilla el sol y ya rodamos en la Klondike, la carretera asfaltada que nos llevara hasta Dawson City. La logistica se complica: cuatro tiendas de acampada, dos cocinas, una olla express de 6 litros. Son dias largos, con muchas horas de luz y muchos kms de pedalada. Por fin, una tarde llegamos al mirador de la falla de Tintina, de la que se ha extraido mas oro en todo el mundo. Vemos a lo lejos las Tombstone Mountains y los primeros km de la Dempster Highway, nuestro proximo objetivo. Descenso hasta Dawson City, el corazon de la famosa 'fiebre del oro' de fines del siglo XIX. Un sitio historico y magico, en la confluencia de los rios Klondike y Yukon, mosaico de codicias humanas y Naturaleza contundente. Pepe ha pasado aqui los ultimos 3 veranos y vamos de barbacoa en barbacoa, de bar en bar. Nos quedamos todos en casa de Stephanie, convirtiendola en un caos por una semana. Nos faltan palabras para agradeceros la paciencia y vuestra ayuda. Merci beaucoup!

Llegan Jezabel desde Madrid y Lori desde Vancouver. Total: 9! Con una celebracion pantagruelica del encuentro y del cumple de Jeza dejamos Dawson City y ponemos rumbo a la mitica Dempster Highway. Esta es la primera y unica carretera en Canada que atraviesa el Circulo Polar Artico, conectando el Yukon con el delta del rio Mackenzie. Se pierde el asfalto y hay que rodar mas de 600 km de taiga y tundra para llegar a una poblacion. Espacios enormes y atardeceres larguiiiiisimos. La Dempster atraviesa 3 veces la divisoria continental entre el Artico y el Pacifico, a traves de paisajes puros, por donde se ven caribus, caballos salvajes, o aguilas calvas. Rodamos muchas horas al dia para llegar a los campamentos. Dejamos el rio Olgivie detras y ascendemos a Eagle Plains, el campamento que se encuentra a mitad de camino. Las tormentas revientan agua por todos los lados pero no encima nuestro. Las ultimas rampas a Eagle Plains son de grava suelta recien llovida, pero no impiden que coronemos sin grandes problemas. Alli descansamos durante dos dias de lluvia torrencial.

El comienzo de la ultima tirada amanece sin lluvia pero cubierto. La pista esta en buenas condiciones y nos lanzamos a cruzar el Circulo Polar Artico. Fotos de rigor y emociones sueltas. Salimos del Yukon y entramos en los territorios del Noroeste. Es otro de esos dias largos, de mas de 100 km de pista, para llegar al primer ferry sobre el rio Peel, ya dentro del delta del Mackenzie. Pasamos Fort McPherson, la primera poblacion desde Dawson City. Rodar el delta es monotono, con largas rectas sobre terreno casi siempre llano. La comunidad de Tsiihgetchic se encuentra en la confluencia de los rios Artico Rojo y Mackenzie. Alli nos ponemos hasta las patas de comer deliciosisimo pescado fresco y ahumado que los lugareños venden. Fue uno de los mas bonitos atardeceres. Al dia siguiente en el segundo ferry aparecen los guardias forestales con un gran oso polar en una gran jaula. Lo cazaron el dia anterior cerca de Fort McPherson, mas o menos justo por donde ciclabamos ayer. El angelito estaba a no menos de 300 millas de su habitat natural mas al norte. Otra prueba mas del calentamiento global.

Otros 100 kms y noche en el ultimo campamento antes de Inuvik. Nervios? Las ultimas rampas, los ultimos 10 km, ya en asfalto, el cartel del fin de la Dempster. Se acabo America! Esa noche hay festival de musica y nos damos un buen homenaje de enervantes varios. Estamos tod@s muy contentos, realmente el grupo funciono bien. La prueba es que quedaron ganas de repetir otro 'dream team'. Cuando? Donde? Todo se pedaleara.

Datos básicos del país

Capital
Otawa

Con este apartado pretendemos, en cada artículo, dar una información más técnica sobre el material que utilizamos, así como comentarios y trucos para hacer el viaje en bici más fácil.

Ficha técnica

Ciclar por las pistas forestales

En este país de bosques, las pistas forestales (logging roads) nos abrirán un abanico de rodadas increíble. Eso sí, no te despistes, los camiones tienen preferencia, y no van lentitos. No lleves cascos de música que no te permitan oír sus atronadores motores. Y lleva a mano un pañuelo para taparte la cara tras la polvareda que dejan.

Mapa con la ruta