Bolivia

Continente
Fechas del viaje
12 Jul 2004 - 23 Ago 2004
Crónica del país

BOLIVAR

Esto es el altiplano, a mas de 3800m, muy, muy cerquita del cielo. Y mucho frío, pues lo atravesamos en el invierno. Y el viento, pues como casi siempre, en contra, o sea, oeste o noroeste. Mejor hacerlo de norte a sur, o sea, al contrario que nosotros. Pero bueno, pelillos a la mar, Bolivia es un país de rutas contrastantes. Puedes empezar en el altiplano y acabar en la selva amazónica, siguiendo carreteras imposibles a través de los frondosos valles de los Yungas o del Chapare. Un destino ciclístico de primera.

Además Bolivia es el país menos desarrollado del continente, el más pobre y claro, el más baratillo. Al nivel de los países más baratos que hemos conocido en Asia. En los comercios se puede encontrar de todo y a precios increíbles. Muy a tener en cuenta si vas a adquirir material electrónico. El contrabando y la mercadería entran a raudales y se corre el riesgo de pillar algo ‘trucho’, como dicen por aquí.

Todos los vecinos de Bolivia le han dado un bocado a su territorio en alguna de la guerra que los bolivianos han aguantado en los últimos 100 años. Pero no se nota, Bolivia es un país grande y un gran país. De hecho el nombre que lleva es el mejor homenaje que nadie le pudo hacer al Libertador de las Américas. Es el país latino con mayor porcentaje de población indígena, y se nota, pues a veces no se puede escuchar más que quechua, aymara, guaraní… Pero la gente es igual de enrolladita que en todos los lados.

Nos despedimos de Maripaqui en Sucre. Nos vimos con Pako en La Paz, en una de sus idas y venidas por el continente. Y también nos encontramos otra vez con Daisuke en La Paz. También en La Paz conocimos a Carla y a los Huancas, ciclópedos como nosotros; y a Aleix, un voluntario catalán… Estuvo buena la tierra de Bolivar.

La cordillera del Lípez y el Salar de Uyuni

Con las burras subidas en el coche de Colque Tours, llegamos a la frontera boliviana, en la base del volcán Licancabur. La gente de Colque nos llevaría una mochila con  equipo y material hasta Uyuni, para hacernos la travesía del Lípez más cómoda. Muchas gracias a don Felipe. Bajamos las bicis en la Laguna Blanca, aproximadamente a 4300m, y empieza la rodada. A los pocos km aparece la Laguna Verde, y tenemos que vadear el tumultuoso arroyo que une ambas lagunas. Nos ponemos las chanclas porsiaca y con un impulso pasamos sin problemas.

La pista esta en malas condiciones, con mucho ripio y bancos de arena, pero se puede rodar poco a poco. Dejamos atrás el Licancabur, subimos una cuesta y bajamos a las aguas termales de Chalviri. Aquí hay una mina de borax en donde pasamos la primera noche. Para acampar al aire libre hay que tener muy buen equipo, pues las temperaturas bajan a 15-20ºC bajo cero. La subida a Apacheta la hacemos con viento en contra y un frío lacerante. Arriba se encuentran los geiseres de Sol de Mañana, que vemos zarandeados por el aire. Rozamos los 5000m y descendemos hasta la Laguna Colorada.

Desde aquí nosotros tomamos la variante ‘fácil’, que va hacia Alota, en vez de seguir por la Laguna Hedionda, que está en peor condición y por donde es más difícil encontrar agua. Seguimos por otra subida más al salar de Capina donde pasamos la noche con los mineros, viendo la Copa América y como Chile (alegría) y Bolivia (tristeza) eran eliminadas de la segunda fase. Hasta aquí la pista estaba más o menos mantenida, por el intenso tráfico de camiones desde los salares a la factoría de ácido bórico de Apacheta. Pero a partir de aquí la pista se hará peor hasta el salar de Uyuni.

Llegamos a Villamar, la primera población que hay en la ruta. Sitio bonito, agua, carne de llama. Una cuesta más y Alota. Seguimos por la quebrada de Susa, donde pasamos una noche con el genial Eleuterio. ‘Lute’ lleva más de 20 años viviendo sólo en su casita y compartimos noche y sopaipillas con él. Un bonito recuerdo. Tras subir la quebrada se desciende a San Agustín, y luego San Juan, ya en los alrededores del salar de Uyuni. De San Juan a Puerto Chuvica es medio día, y nos quedamos a descansar y a dejar pasar el viento. Es el día del referéndum sobre el gas, que el gobierno de Carlos Mesa ha promovido con dinero de las empresas petroleras, del BID y del FMI. El plebiscito es engañoso, son cinco preguntas y no se sabe bien el alcance que tendrá. El día siguiente nos pegamos la gran paliza: 140 km de salar, visita a la isla del Pescado y a la otra que no es, y todo sin el esperado viento a favor que nos hubiera ayudado mucho a atravesar este mar de sal. Una pedalada muy especial y muy recomendable.

Potosí y Sucre

Tenemos cita en Sucre con Maripaqui y Pako en un par de días, así que tomamos un bus a Potosí y nos alojamos en casa de la familia Ramos. Los Ramos son una gente de esa que te deja flipao. Hospedan en su casa a ciclistas y mochileros en ruta por América. Florencio y Teodora llevan una panadería y es un gustazo compartir momentos en el horno. Dejamos las burras allí y vamos a la cita con los colegas en Sucre, la capital del país. Allí llegamos una tarde, y al día siguiente Maripaqui se regresa a São Paulo. Así que nada, cargamos los estómagos y salimos de marcha. Poco a poco cerramos bares y acabamos en el congal de turno hasta el amanecer. Tampoco aprendimos aquí a bailar cumbias. Horas intensas con amiguetes, que también son importantes en el viaje. Pako la acompaña a Maripaqui hasta la frontera con Brasil, en el famoso tren de la muerte. Nosotros nos regresamos a Potosí a ver la final de la Copa América y como los brasileiros se llevan el título frente a los argentinos, por primera vez en la historia de esta competición.

De Potosí a La Paz

Despedida de los Ramos, con sopas de ajo y la promesa de volver a vernos. La ruta hasta La Paz está recién asfaltada, lo que ayuda mucho pues el viento en contra y el frío no cesan. Pasamos tres puertos a más de 4000m, atravesando valles y cerros andinos. De salida de Potosí visitamos las termas de Tarapaya, ya usadas por los incas. En Belenpampa hacemos noche en el matadero de llamas que están construyendo. Por las noches el frío es duro y hay que refugiarse donde se pueda. Una vez en las pampas del altiplano, en Pazña, conocemos a un cura catalán que lleva más de 25 años por la región, pero que no se le ha ido el acento, nen. En Machacamarca dejamos la carretera principal para rodar por las vías del tren que atraviesan la laguna Uru Uru. La llegada a Oruro no puede ser más espectacular, cruzando totorales llenos de aves acuáticas y millones de mosquitos. Aquí coincidimos con la luna llena y la fiesta de San Ignacio, que se festeja con desfiles y un conciertillo del grupo revelación de la ciudad, el ‘Piojo Loco’.

Seguimos la pelea contra el viento y llegamos a Ayo Ayo, un pueblo que saltó a los medios porque los campesinos lincharon al alcalde, que vivía en La Paz y gobernaba ‘a distancia’. Un ejemplo más de cómo son los políticos de este país. Vemos el Sajama, el techo de Bolivia y el anuncio de que estamos llegando a La Paz. Entramos en la ciudad de El Alto, y desde la Ceja vemos por primera vez la ciudad de La Paz, que se encuentra metida en una hoya con las calles y casas trepando por sus laderas, y el volcán Illimani al fondo. ¡Espectacular!

En La Paz

Aquí tuvimos un buen chorro de encuentros. El primero fue de la mano de Carla y Los Huancas, que nos ayudaron mucho a aterrizar en esta loca ciudad. Nos alojamos en la casa Cuqui, otro ciclista al que tenemos mucho que agradecer. Pako pasa por allí en su camino de vuelta de Brasil y hacia Chile. Nos vemos unas horitas y nosotros nos vamos a caminar el Choro, un camino del inca que parte desde el altiplano y en tres días te lleva a los bosques tropicales de los Yungas. Por el camino acampamos en la casa de un japonés excombatiente de la Segunda Guerra, que se ha currao unas terracitas superchulas donde puedes poner la tienda y disfrutar de unas vistas de lujo. Bastante mayorcete, ya habla medio mal el español, pero la colección de postales de todo el mundo que tiene da buena muestra de su hospitalidad.

Llueve mucho y llegamos a Coroico en bus. Este es un destino de fin de semana para los citadinos de La Paz, y como es fin de semana, el pueblito bulle de gente. Nos damos paseítos y por la noche conocemos a Aleix entre un bar y una technoparty que hacen unos ‘conocidos’. Aleix esta currando de voluntario en una casa para niñ@s de la calle en La Paz, y nos invita a mostrar nuestro audiovisual a los chavales. De vuelta a La Paz nos volvemos a cruzar con Pako unas horitas en su camino de vuelta de Chile y hacia Peru. Otro día coincidimos con Daisuke, el ciclista japonés que también recorre el mundo y con el que ya hemos coincidido antes en Mozambique y Argentina. Otro día volvemos a salir con Aleix… Una visita a las ruinas de Tiwanaku, cuna del imperio aymara y comparable al inca. Nos damos un paseo por el mercadillo del 16, en El Alto, supuestamente el más grande de Sudamérica. Unas comprillas, unas despedidas y nos salimos de la hoya de La Paz.

Al Titicaca

Caqui nos hace el superfavor de dejarnos con nuestras burritas en la Ceja, y desde allí llegamos en dos días al lago Titicaca. Uno de los lugares más mágicos del continente, este pequeño mar está rodeado de los Andes nevados y de los inmensos totorales que sirven de materia prima para la construcción de las típicas canoas y casas flotantes del lago. Paramos en Copacabana, donde se encuentra el Santuario de la Virgen más venerada en Bolivia y Peru. Un paseíto por la bonita Isla del Sol, viendo vestigios de la cultura inca y nos volvemos a encontrar con Aleix en un bar de Copacabana. Otra nochecita. Miles de bolivianos y peruanos llegan aquí a challar (bendecir) sus coches, y la plaza del pueblo es un espectáculo donde shamanes aymaras y curas católicos rocían y challan coches a dos manos. Por las tardes tomamos api en el mercado y paseamos los alrededores. A tan sólo 10 km se encuentra la frontera con Peru. Nosotros seguimos los pasos del Libertador, pero en bici.

Datos básicos del país

Capital
La Paz

Con este apartado pretendemos, en cada artículo, dar una información más técnica sobre el material que utilizamos, así como comentarios y trucos para hacer el viaje en bici más fácil.

Ficha técnica

La bencina

Por estas latitudes latinoamericanas, desde Argentina a México, es posible encontrar bencina, un disolvente que funciona muy bien en las cocinas de camping, como nuestra MSR. Tiene la ventaja de que es más limpia y a veces hasta más barata que la gasolina. Cuando nosotros pasamos por Ecuador no se encontraba y en Colombia hacía falta enseñar un documento de identidad y registrar la compra.

Mapa con la ruta