Swazilandia / Eswatini

Continente
Fechas del viaje
16 Abr 2001 - 02 Mayo 2001
Crónica del país

SWAZILANDIA: EL REENCUENTRO

Este rinconcito del Sur de Africa fue, claramente, nuestro lugar de encuentros. Pues fueron dos. Uno era la incorporación de una nueva bicicleta al grupo, entre las piernas de Pablo. Que sea hasta muy lejos y que no sea la ultima. El otro era el re-encuentro de los biciclet@s desperdigados durante los últimos cuatro meses. Y lo mismo. Que haya muchos más de estos.

Sólo estuvimos unos pocos días (15) y unos pocos kilómetros (205) en este pequeño Reino, que junto con Marruecos y Lesotho, forman las tres ultimas dinastías africanas en activo. Swazilandia, la tierra de los swazis, es lo que queda de las tierras que llegaron a dominar un conjunto de tribus bantúes mezcladas entre si hace 200 años para resistir la expansión de los vecinos zulúes. Ocupan una pequeña extensión de tierras altas, abundantes en bosques y cursos de agua. Aquí se pueden encontrar un par de buenas reservas naturales y, a pesar de que la influencia de la poderosa Sudáfrica es latente, se disfruta de una gente más abierta y suelta. La forma de trato con los swazis contrasta muchas veces con lo que veníamos a estar acostumbrados en los meses anteriores. No sin razón, aquí no llego el malvado apartheid. Y eso que tienen monarquía.

Volvemos a mirar al horizonte todos juntos. Detrás de las montañas de Lebombo empieza Mozambique. No todo son alegrías, pues también se acaba la zona libre de malaria. ¡Horror!

Sin noticias de Gurb

Andábamos más o menos como el marciano aquel. A pesar del internet, la supercomunicación y todo eso, Ana, Holga y Josetxu entramos en Swazilandia con la idea de esperar al resto en Manzini. Sabíamos que Juli y Pepe andaban en algún punto tras nuestro rastro, y que en cinco días Pablo aterrizaba en Johanesburgo con ganas de pedalear.

Salimos de Sudáfrica sin grandes problemas y las visas caducadas. La estrella sigue aquí. Ya en el otro lado buscamos sitio donde poner la tienda y los aduaneros nos ofrecen cuatro metros cuadrados en la cuneta de la carretera bajo un foco de 1000 watios. Menos mal que el que vendía comidas al lado estuvo en Málaga en un congreso y le entramos por el ojito derecho. Esa primera noche swazi la pasamos dentro de un restaurante.

No llevamos prisa, y con calma vamos pasando distintas cadenas montañosas. Las carreteras son buenas y están llenas de taxis y de camiones llenos de madera con rumbo al gigante del Sur. En las laderas de los valles se empieza a notar la mano de la explotación forestal. Esperemos que aquí lo hagan mejor. Tarde de lujo rodando por un valle abierto. Una escuela se camufla al lado de la ruta y nos acercamos a nuestro lodge habitual. Los chavales juegan al fútbol hasta tarde, mañana no hay escuela. Será viernes y por eso no esta el director. Las primeras tormentas de invierno están avisando y vemos con satisfacción que las ventanas no tienen cristales. ¡No importa, pondremos la tienda! Les decimos a los chicos entre risitas y miradas cómplices. Oímos la tromba ya refugiados dentro de un aula, tomando te, café, galletitas y ojeando un manual de ortografía swazi.

Unos kms más de descenso y con las piernas calentitas escalamos las subidas que te llevan a Manzini. Antigua capital y centro de negocios del resto del país, Manzini es una ciudad chiquitita, con pocos rincones bonitos, que vive al ritmo del comercio. A las afueras, en la ladera de una tranquila colina se encuentra un backpacker que anuncia como exotismo que su dueño es un nativo. Se llama Mixo, y allí pasaríamos una semana llena de sesiones de email, llamadas por teléfono a Jo’burg, y todo hay que decirlo, unos poquitos nervios. Menos mal que por allí apareció Thomas, un carpintero berlinés que va recorriendo el mundo en bicicleta a intervalos, entre idas y venidas a Berlín, trabajos casuales y visitas a distintas cárceles del planeta. Chapeau.

Por allí también pasaron Elsa y Mike. Nacieron en Zimbabwe, viven en Zambia, y se buscan la vidilla por todo el Sur de Africa. Hacen safaris, venden artesanías, mercaderes y nómadas. Como buenos trotamundos intercambiamos direcciones, contactos, info. Van a Mozambique en busca de fortuna. Nos despedimos con una ligera promesa de volver a vernos.

Encuentros en la tercera fase

La cosa fue más o menos cansina. Ana, Holga, Josetxu y Thomas disfrutábamos de una degustación de cáñamo a las que nuestro nuevo amigo alemán era tan proclive. Tras esta, a los bicicletos nos entro unas incomprensibles ganas de empezar a escribir un par de borradores para una revista pakistaní. De forma inesperada nuestra azarosa aventura adquiría una dimensión internacional. En esas estábamos, delante de una computadora, traduciendo como podíamos a un ingles tipo universitiofoxfor, cuando de repente… llegaron. Eran tres, muy delgados. Uno hasta se jactaba de ser el hermano menor de Iggy Pop. Pero les reconocíamos por sus inconfundibles sombreros guarros, camisetas raidas, pantalones remendados, el común atuendo de los bicicletos: Rústico.

Y en un cuartito los séis, juntitos, hicimos una pequeñita bolaza de besos y abrazos, encima de la cama, y ¿como tu por aquí?, y ¡cuanto tiempo!, y alguna lagrimita y algún pellizquito. Y tantas cosas que decir y contar. Una buena noche de esas largas. La verdad es que estuvo muy bien.

Ya tocaba recomponer el desmadre. Mapas, planes y planos, fechas. Los días pasan retocando bicis, pagando visas y comprando antimaláricos. Por cierto, aquí es más fácil y barato adquirir los nuevos medicamentos antimálaricos a base de artesunate, como el Arinate o Arsumax. Por el backpacker siguen pasando personajes: Che y Pedro están comenzando un viaje por todo el mundo, en principio un par de añitos. Andan buscando un coche por aquí para recorrerse Africa sin tanto taxi, autobús, camioneta. Nos despedimos de ellos con las ganas de volver a vernos por Mozambique.

Luego llegó un versión afrikaner de Bony and Clyde. Nada peligrosos. Con artesanía, baratijas. Montones de baratijas. Van rulando por todo el Sur africano mercando y transando, con idea de montar su propio backpacker en su tierrita, allá por el Orange State sudafricano (jacquessteyn@hotmail.com). Hasta nos enseñaron las fotos del sitio. Entrañable. Aprovechamos y adquirimos unos venenitos para celebrar nuestro re-encuentro. Y que mañana es 1 de Mayo. Y que pasado, nos vamos.

Volver a empezar

Y un soleado 2 de Mayo de 2001, vuelven los bicicletos a su formación de lujo: Ana y Holga, ellas, Juli, Josetxu y Pepe, ellos, y Pablo, el nuevo. Pedal tras pedal. Como siempre. Llegamos al Royal National Park de Hlane y un cartel nos anuncia a ciclistas y motoristas de la presencia de leones y elefantes. Aconsejan no parar en los próximos 12 kms. Seguimos sabios consejos, vemos con el rabillo del ojo a un par de elefantes y de golpe entraos en unas plantaciones de caña de azúcar. Nos hacemos la comida en medio de unos de esos mall que ahora aparecen en los sitios más insospechados. Cosas de la globalización.

Ya por la tarde empezamos a subir las laderas de las montañas de Lebombo, que separan Swazilandia de Mozambique. En el puesto de control sanitario nadie esta para regarnos las bicis y los pies con el preventivo para la “foot and mouth”. Se conoce que ya es un poco tarde y no tan importante. Unas buenas cuestas más y a la mañana siguiente entramos en Mozambique. Que bien, aquí muchos falan portugués y es más fácil entenderse.

Datos básicos del país

Capital
Mbabane

Con este apartado pretendemos, en cada artículo, dar una información más técnica sobre el material que utilizamos, así como comentarios y trucos para hacer el viaje en bici más fácil.

Ficha técnica

El visado de Mozambique

Resulta más fácil y barato conseguir el visado turístico para Mozambique desde la embajada mozambiqueña en Mbabane, la capital swazi, que desde las embajadas de Johanesburgo o en Europa. Si llegas a Mozambique desde Sudáfrica, merece la pena perder unos días en el país swazi mientras la burocracia trabaja. Podremos elegir entre visas de un mes y entrada única, o de tres meses y múltiples entradas. La primera cuesta 85 rands (aproximadamente 13 €, 1 rand~0,15€ ) si la queremos en el mismo día, o 75R si la recogemos en dos días, o 45R si la hacemos en una semana. Es recomendable obtener visas de tres meses, pues la renovación, ya en Mozambique, es muy cara, unos 35 USD por un mes adicional, y tardan varios días. Solo se pueden hacer estas gestiones en las capitales de provincia. Viajar con la visa caducada no es broma en este país: 100 USD por cada día de infracción. Es obligatorio llevar el pasaporte encima ya que los controles de policía son frecuentes.

Mapa con la ruta