NAMIBIA
Decidimos atravesar Namibia de Norte a Sur empezando en Oshakati, donde habíamos llegado en autobús y furgoneta desde Cape Town para no tener que cruzar el país dos veces, lo que hubiese alargado el viaje y la separación de l@s biciclet@s demasiado tiempo. De esta forma, llegando hasta Epupa Falls en la frontera con Angola, nos haríamos la ilusión de estar siguiendo uno de los primitivos planes del viaje que consistía en bajar hasta Cape Town siguiendo toda la costa oeste de Africa. Como Angola y el Congo (ex-Zaire) estaban en guerra saltamos desde Togo a Johanesburgo.
La escasísima población, 1,7 millones de habitantes en una extensión de mas de 800.000 km2, y los espacios abiertos, te hacen sentir soledad y sensación de estar descubriendo una tierra salvaje llena de animales, de los cuales hemos visto a montones sin necesidad de ir a los parques naturales. Springbok por cientos, kudus, jirafas, cebras, chacales, pájaros de muchos tipos, monos y babuinos, avestruces, orix y otros antílopes, asnos y caballos salvajes, ardillas terrestres y suricatos.
Namibia para el cicloturista exige una minuciosa preparación de la ruta diaria: puntos donde hay agua y comida -que a veces es mas dificil de encontrar que el agua- y llevar siempre una despensa bien nutrida, porque, excepto en las ciudades grandes, hay pocos y poca variedad de alimentos. Es prácticamente imposible, por ejemplo, encontrar fruta, verdura y pan. Otra dificultad es que en Namibia solo existen cuatro carreteras asfaltadas y no son demasiado interesantes. El resto esta en condiciones no demasiado buenas para el pedaleo con peso. De los 2500 km que hemos recorrido en el país, 2000 han sido por pistas con ondulaciones, arena y piedras sueltas.
Oshakati-Opowo
Así pues, dos días de aburrida y fea carretera por una semidesértica llanura y con viento en contra nos llevan hasta Ruacana, casi en la frontera con Angola, que a partir de aquí y hasta el Atlántico coincide con el río Kunene. A 20 km de Ruacana empieza la pista de tierra y piedras que nos sorprendió por su dureza y que nos hizo emplear tres días para recorrer algo mas de cien km hasta Epupa falls. Empujar la bici, las cuestas de rocas y los llanos arenosos se convirtió en demasiado habitual en este trayecto en el que no vimos ni un solo coche después de la primera mañana de ruta.
En esta región, Kaokoland, del Noroeste del país, habitan los Himbas y los Hereros que viven del pastoreo de vacas y cabras en pequeñas agrupaciones que pueden ser de solo una familia, donde no encuentras prácticamente nada de avituallamiento. Por suerte, en Ruacana nos habíamos cargado bien de zampa. Agua había en abundancia por ir siempre al lado del río, aunque el miedo a los cocodrilos nos hacia pasar un mal trago los 30 o 40 minutos que necesita nuestro filtro para conseguir 8 litros de agua, operación que realizábamos dos veces al día. En esta parte de la región no hay ni grifos ni fuentes por lo que la escasa población que la habita bebe el agua directamente del río. Nosotros decidimos no hacerlo como ellos porque el agua no es que estuviera sucia pero tampoco es que fuese cristalina.
En Ruacana empezó lo que seria una constante en todo el país, el miedo a los animales. Allí nos asustaron con los cocodrilos y las serpientes venenosas de las cuales hay muchos tipos que te pueden quitar del tabaco. En Epupa estuvimos tres días reponiéndonos del machacón en casa de Stagon, un joven himba convertido al catolicismo, y en compañía de estas gentes que tienen costumbres milenarias: utilizan pieles para taparse solo la parte de abajo del cuerpo, las mujeres se pintan el cuerpo con una mezcla de polvo rojo y mantequilla que les resalta su belleza. También fuimos regalados con la compañía de Manuel y su familia, todos ellos exiliados de Angola con los que pudimos chapurrear el portuñol.
A partir de aquí, siempre hacia el sur las pistas se hacen rodables pero con muchas dificultades y casi siempre con viento en contra. En Opowo, capital de Kaokoland, lejos del río Kunene perdimos el miedo a los cocodrilos. Pero nos metieron el de los leones y elefantes. Parece ser que se cargan a alguien de vez en cuando estos gigantescos animalotes, sobre todo al oír el click de las cámaras fotográficas. Muchas noches hemos pasado miedo con los ruidos extraños que se producían a nuestro alrededor, y un día en el árbol donde decidimos parar a comer, matamos dos serpientes por si las moscas.
Opuwo-Uis
Dejamos la casa de los parientes de Manuel en Opowo hacia el sur por unos parajes donde viven elefantes en libertad. Hemos sido testigos de todas sus huellas, árboles destrozados, cacas, etc... pero a ellos mismos no los vimos en alguna ocasión por cuestión de minutos. Cruzamos una cadena de montañas con algunas rampas muy duras y descendimos hasta Sesfontaine acompañados por manadas de Springboks luciéndose ante nosotros con sus saltos y carreras . Un día tuvimos que poner la mosquitera a la hora de comer porque las moscas nos comían a nosotros (moscas que ya nos sacaron de quicio en Guinea). Descansamos en el río Hoanib, cerca de Khowarib y disfrutamos de su cauce y riberas sin tener que cargar con todo el equipo. De camino hacia Palmwag se cruzo ante nosotros una estampida de jirafas, cebras y springboks que suponíamos huían de algún depredador.
Los problemas digestivos de Pepe nos hacen descansar una tarde entera en Bersig atraídos por el cartel de un restaurante donde no había comida. "De restaurante solo tiene el nombre" nos dijeron las dueñas, pero aun así nos invitaron a compartir su comida, y allí estuvimos congeniando con Pia, Sybil, Paulina y Base, con las que pasamos una entrañable sobremesa bien surtida de cervezas.
Una vez recuperados nos dirigimos entre nuevos y espectaculares paisajes rocosos poblados de avestruces y caballos salvajes (descendientes de las monturas abandonadas por los militares alemanes) hasta la Montaña Quemada, restos de una erupción volcánica. En Twifelfontaine estuvimos admirando las pinturas y relieves rupestres de los bosquimanos, algunos de ellos con 6000 años de antigüedad. La siguiente parada fue en Uis, un pueblo construido al puro estilo alemán pero en mitad del desierto, que vive de una mina de piedras semipreciosas. Allí repusimos fuerzas y recompusimos el equipo.
De Uis a Walvis Bay
Madrugón especial para cruzar los 125 km de puro desierto que hay desde Uis a Hentys Bay en la costa atlántica. Ese día la siesta fue bajo el sol, y el viento en contra nos hizo perder mas energías de las necesarias. El precio lo pagamos al día siguiente cuando pretendíamos alcanzar Cape Cross en contra de un renovado viento mas fuerte aun que el del día anterior, que nos empujo hacia el Fisherman Inn para calmar el resuello y poder continuar.
Pero Teresa y Mike nos invitaron a poner la tienda detrás del bar y allí estuvimos un par de días mas. Nos llevaron a pescar y enganchamos un Cobeljou de 4.5 kg y dos pequeños tiburones. Visitamos la colonia de leones marinos en Cape Cross, una de las mas grandes del mundo con mas de medio millón de estos mamíferos. Estos animales (que pueden alcanzar los 200 kilos) necesitan comer un tercio de su peso en pescado todos los días, lo que nos da una idea de la magnitud del banco pesquero del país.
Las ganas de charlar en español nos llevan a visitar Walvis Bay, una ciudad pesquera con una población de marineros españoles, en su mayoría gallegos, relativamente numerosa. Gracias a la generosidad de Jesús, que se dedica a fabricar maquinaria para la industria pesquera, nos alojamos completamente gratis en la Casa del Marino. Allí pasamos unos días inolvidables con Francisco, Pedro, José Manuel y compañía. Con ellos bebimos, hablamos y reímos en nuestros idiomas maternos y aprendimos de su propia boca todos los intríngulis de la vida pesquera tanto en los barcos como fuera de ellos. Mención especial para las abundantes y sabrosas comidas al mas puro estilo gallego en la casa del Marino y en los comedores de los barcos.
Walvis Bay - Seeheim
Volvemos a atravesar el desierto del Namib, esta vez desde la costa al interior; una distancia de 240 km sin agua nos obliga a echar mano de un nuevo sistema para obtenerla: parar a los turistas que suelen ir muy bien preparados, contarles un poco la historia y pedirles un refrigerio. Muchas veces no tienes ni que pararlos tu a ellos. Te ven en medio del desierto con una bici y paran para echarte fotos y ofrecerte agua y/o cerveza. Es el caso de los suizos Susanne y Marcel, que viajan en su caravana, con los que compartimos un par de veladas mas que interesantes y divertidas, la primera de ellas atravesando el Namib y la segunda cerca del cabo de Agulhas en Sudáfrica un mes mas tarde.
Llegamos a Sesriem pasando por Solitaire, primer punto de agua que nos encontramos desde Walvis Bay. Allí nos atardeció en Sossusvlei entre las dunas mas altas del mundo, de arena roja. Antes habíamos perdido el habla al ver el bosque calcinado por el sol, de nombre Deadvlei. Ambos lugares son lagos ocasionales formados por riadas inusuales que son detenidas por las dunas: de esta manera cada diez o doce años crece nueva vida creando parajes de un desolado surrealismo.
Llegamos al Kulala Lodge con la intención de conocer a Vincent, amigo de Pierre, al que conocimos en nuestra travesía por Burkina Fasso. Allí nos hospedaron durante unos días completamente gratis, disfrutando de una estancia mas allá de nuestras expectativas. Agradables cenas saboreando la carne de Springbok, excelente vino sudafricano y entrañable compañía de Vincent y demás trabajadores en aquel remoto y desértico valle pedregoso frente a las dunas rojas. También allí, numerosas manadas de Orix disfrutan de este entorno gracias a la humedad del rocío que absorben a través de la piel.
El día que salimos del Kulala una terrible pájara de Julián, posiblemente ocasionada por la inmensa pena que cargábamos por dejar aquel paraíso, nos deja inmovilizados sin agua en un inmenso valle. Una vez mas, al día siguiente nos salvo de la sequía una pareja de turistas que pasaba en su 4x4. Pero la gran prueba de fuego era meterse por la carretera 707, espectacular y espectral ruta de tierra y arena de 120 km que se mete dentro del desierto entre montañas de rocas descarnadas a un lado y las dunas que cubren toda la franja costera de Namibia, al otro. Una pequeña lluvia del día anterior endurece la arena de la pista y nos permite rodar con relativa facilidad a lo largo de toda la mañana. Por supuesto, los únicos tres coches que vimos ese día pagaron como impuesto a l@s biciclet@s unos cuantos litros de agua.
En Aus descansamos en el hotel de Herr invitados por el. Desde allí por carretera asfaltada y viento a favor volamos a Seeheim, para al día siguiente continuar hacia el Fish River Canyon. Pero en una improvisada fiesta conocimos a Hennie y Eland que nos organizaron un viaje hasta Woorcester a 150 km de Cape Town, en Sudáfrica, en 4x4 con las bicis en el techo. Con ellos visitamos el Fish River Canyon y las fuentes termales de Ai-Ais. Ese día recorrimos alrededor de 1000 km con la facilidad que solo te puede dar un vehículo a motor; en unas pocas horas llegamos cerca de Cape Town, de donde habíamos salido casi dos meses antes.
Datos básicos del país
Con este apartado pretendemos, en cada artículo, dar una información más técnica sobre el material que utilizamos, así como comentarios y trucos para hacer el viaje en bici más fácil.
¡Viva el turismo!
El mayor problema al viajar en bici en Namibia es el agua, ya que las distancias son muy largas entre los lugares donde se puede encontrar. Por esto, en muchas ocasiones, es necesario trasnochar en el campo, lo cual es mas que recomendable por encontrarte en una de las tierras mas bellas, diferentes y despejadas que existen. En otros países africanos hemos llevado una botella de 1,5 litros que rellenábamos varias veces a lo largo del día. Cuando parábamos para comer o acampar, nos aprovisionábamos de 3 litros mas por persona.
Sin embargo, en Namibia es necesario llevar siempre en ruta al menos 6 o 7 litros por persona como mínimo. Y en algunos casos es necesario sumar otros 4 o 5 litros. Y no obstante, atravesando el desierto del Namib, hay distancias tan largas sin agua que ni con esos 10 o 12 litros es suficiente. Entonces, surge un ultimo recurso, que da a la cosa un toque de incertidumbre: el turismo. El requetebién preparado turista en Namibia te puede salvar de pasar mucha sed, y aunque hay que atravesar pistas en las que solo pasan 3 o 4 coches al día, son suficientes para sacarles unos cuantos litros que faltaban para resolverte el tema.
Viva el turismo!!!