Lesotho

Continente
Crónica del país

LESOTHO: el techo de África

Entramos en el Reino de Lesotho, el pais más alto de toda África. Su punto más bajo se encuentra a unos 1200 mts. Lesotho es el resultado (como Swazilandia) de la contienda entre los boers y el Imperio Británico. Los primeros peleaban con la tribu lusotho por los pastos de más alla del rio Caledon, y los segundos buscaban cerrarles su expansión. Un acuerdo entre los basothos y los ingleses terminó en un Protectorado que actualmente es uno de los pocos reinos que permanecen en el continente africano.

Percibimos con inmensa alegria la ausencia de las omnipresentes alambradas que nos habian perseguido por todo el territorio sudafricano. Por otra parte no podíamos evitar hacer comentarios comparativos sobre el lustre de las vacas, o el paso de la ganaderia extensiva al pastoreo familiar. Habíamos elegido esta ruta pues nos llamaba mucho la atención hacer la carretera más alta de África, con el paso del Tlaeeng (3.254 mts), y bajar por el mítico Sani Pass. Así también nos dábamos unas vacaciones de la racista y contradictoria Sudáfrica. Muchas montañas, cascadas, rios trucheros, y hasta estaciones de esquí. Solo estuvimos un par de semanas, pero volveremos.

Las tierras bajas de Lesotho

Nada mas sellarnos los pasaportes por las autoridades en TeleBridge la carretera se convirtió en una pista pedregosa que ascendía hasta la carretera principal A2, que nos llevaría a Maseru, la capital. Una vez sobre asfalto, un alegre paisaje verde lleno de colinas moteadas de grises rocas nos acompañó por todas las llamadas tierras bajas. Estas nunca bajan de 1000 mts de altitud. El relieve de la ruta es una sucesión de subidas y bajadas. Los cielos nubosos nos amenazaron los dos dias de camino a Maseru.

Una vez bajo techo en la moderna capital de Lesotho, la lluvia no esperó y rompió con toda su fuerza durante cuatro dias. Aprovechamos para arreglar el puente de la horquilla de la suspensión de Pepe, la cual requería una buena soldadura de aluminio. Un buen trabajo que todavía dura. También profundizamos en la vida nocturna de este pequeño pais: bien servidos de brandy y buenas amistades femeninas.

De Maseru a Butha-Buthe

Al quinto dia las nubes no desaparecían pero la lluvia parecia amainar. Decidimos salir a pesar de tener todo el equipo mojado. Un mañana agradable con luces difíciles de olvidar. Por la tarde se acabó la calma y breves tormentas nos obligaron a parar en varias ocasiones. Llegando al ocaso y sin intenciones de parar de llover, decidimos pedir alojamiento en el Hotel Palace, situado en mitad el campo. El elevado precio del lugar nos puso en una apretada situación. Decidimos marcharnos con la lluvia sobre nosotros y con cara de corderos degollados. Aun así la hospitalidad africana no nos dejo irnos. Las trabajadoras del hotel nos pararon a escasos metros de la puerta ofreciéndonos el techo de un merendero en el jardín del hotel.

Al dia siguiente y con el cielo totalmente encapotado, continuamos ruta. Las imponentes cumbres de las montañas de Maluti al fondo desvían nuestra mirada siempre hacia la derecha. Las casas de los kraals locales mostraban sus vistosas pinturas geométricas. Nos acercamos poco a poco por la región de Butha-Buthe al Moteng Pass, puerto que sube a las tierras altas y a la famosa ruta conocida como “el techo de Africa”. En la propia ciudad de Butha-Buthe tenemos que apretar la dirección de la bici de Juli en un taller local, tarea nada fácil debido a las herramientas disponibles. Desde aquí empezamos a atravesar escarpados valles en la aproximación a la carretera más alta de África.

The roof of Africa

Ya en las faldas del Moteng Pass, dormimos en la casa de Leejong, jefe de la aldea de Moteng. Con este entrañable anciano compartimos nuestra comida y tabaco, así como su entusiasmo. No paraba de repetir la unica expresión que conocía en ingles: “you are the number one”.

Al dia siguiente enfilamos puerto arriba. Rampas largísimas y durísimas cubiertas de buen asfalto, para ascender alrededor de 1500 mts de desnivel en 20 kms y acabar a una altitud de 2800 mts. Haced las cuentas y sale una media de un 13.3%. Ahí queda eso. Durante la ascensión nos acompañaban jóvenes a caballo abrigados con una única manta, atuendo local por excelencia. Algunos nos retaban a carreras con las miradas orgullosas, propias del que se sabe a las riendas de un buen corcel. Algunas rampas superaban el 20%!!!, y nuestros desarrollos parecían insuficientes. En una curva pasada ya la mitad del puerto Juli se para a tomar un resuello y beber un poco de agua. Una pick-up para y le ofrece subirle hasta la cumbre. No lo duda.

Una vez arriba en el Moteng Pass el paisaje se torna completamente desolado, rocoso y sin árboles. La altitud manda. Bajamos hasta la estación de esquí de Oxbow para despues subir hasta el siguiente puerto que nos situaría a 3222 mts. En algunas de sus rampas jugamos con una camión que no marchaba más deprisa que nosotros, y nos agarramos a él dejándonos llevar. Aún tuvimos que pasar otro puerto de 3.236 mts antes de llegar al Tlaeeng (3.254 mts), punto más alto de la ruta y techo de las carreteras de África. Cuando nos creíamos totalmente solos contemplando las magníficas vistas desde este balcón privilegiado, aparecieron dos jóvenes con la típica manta por vestido y nos ofrecieron vendernos una pata de cordero recien matado. Decidimos rehusar su oferta y compartimos con ellos unas rebanadas de pan con mantequilla de cacahuate. No nos lo pensamos más y acordamos acampar en un prado un poco más abajo del puerto. El esfuerzo lo merecía.

Poco a poco aprendimos a distinguir las pequeñas manchas negras que se movían por todos los alrededores. La altitud no impedía a los pastores locales habitar aquellos parajes. El glorioso amanecer desde el Tlaeeng fue empañado por la aparición esa noche de las pulgas que nos acompañaban desde Port Elizabeth (Sudáfrica) y que creíamos totalmente extinguidas. Nos dirigimos camino a Mokhotlong en un dia oscuro y lluvioso, pasando cerca de unas minas de diamantes. La bajada se hizo lenta por la lluvia, lo que a su vez nos permitió disfrutar palmo a palmo del entorno. Por la tarde la lluvia arreció y tuvimos que refugiarnos en la aldea de Mapholaneng, donde el 90% de los habitantes estaban borrachos. Era domingo.

Llegamos a Mokhotlong por la mañana. Precioso valle donde la luz que provocan las continuas y siempre móviles nubes lo convierten en un marco incomparable. Sin embargo ese escenario no era suficiente para esconder nuestra desesperación por la pulgas y unos nuevos parásitos que aparecieron en el pubis de Juli. Nuestra visita a la única farmacia de la ciudad no fue muy esperanzadora. El catálogo de colas y patas de animales, raices y cortezas que abarrotaban las estanterías no nos inspiraban mucha confianza. Aún así el humor tampoco había desaparecido y nos echamos unas buenas risas con la boticaria de turno. Salimos de la farmacia con un bote de polvos de un sospechoso verde fosforito. Nos acompañaba por un lado la incredulidad en la medicina local, y por otro la fe en el único remedio que teníamos a nuestro alcance.

El Sani Pass

A los cuatro dias, después de lavar todas nuestras ropas, desinfectar la tienda de campaña, y examinar milímetro a milímetro el pubis, la entrepierna y el perineo de Juli, salimos en dirección al Sani Pass. Una bonita pista remontaba suavemente un afluente del rio Orange. Las nubes amenazaban continuamente y el puerto, aunque con algunas rampas infernales, se hacía menos duro de lo esperado. Bajamos hasta el valle del rio Linakeng, que empieza en el Sani Pass, la frontera entre Lesotho y Sudáfrica.

Decidimos acampar a menos de 20 kms del puerto para poder disfrutar al dia siguiente de más tiempo. Noche especialmente fria, donde la tienda se nos cubrió completamente de hielo. La despedida de Lesotho fue bajo un cielo claro y luminoso. El balcón del Sani, im-presionante. Abajo nos esperaba el Drakensberg, Sudáfrica y las alambradas.

Datos básicos del país

Capital
Maseru

Con este apartado pretendemos, en cada artículo, dar una información más técnica sobre el material que utilizamos, así como comentarios y trucos para hacer el viaje en bici más fácil.

Ficha técnica

LOS GORILAS

Ya hemos comentado en fichas anteriores la posibilidad de instalar un transportín delantero en las horquillas con suspensión, además de llevar una alforja delantera acoplable al manillar. Nosotros solemos cargar una garrafa de cinco litros de agua en este transportín. La garrafa solo la llenamos en las cercanías de alguna parada para acampar o cocinar, o en caso de escasez de agua en la ruta.

Con el tiempo hemos observado que las horquillas sufren porque el transportín se engancha en el puente de la horquilla, llegando a romperse tarde o temprano. Para evitar este problema lo mejor es utilizar el sistema de alforjas delanteras, que se anclan en el eje de la rueda y sobre los brazos de la suspensión. Como solución intermedia proponemos usar un gorila adicional en la horquilla, con lo que esta queda reforzada y, en caso de rotura del puente, puedes continuar rodando. Además, el gorila proporciona una mejor frenada al disminuir la flexión de los brazos de la suspensión.

Mapa con la ruta